Es la hora en que brillan las luces de los burdeles
Y las cantinas. La casa de Caifás está llena de gente.
Las luces del palacio de Somoza están prendidas.
Es la hora en que se reúnen los Consejos de Guerra
Y los técnicos en torturas bajan a las prisiones.
La hora de los policías secretos y de los espías,
Cuando los ladrones y los adúlteros rondan las casas
Y se ocultan los cadáveres. Un bulto cae al agua.
Es la hora en que los moribundos entran en agonía.
La hora del sudor en el huerto, y de las tentaciones.
Afuera los primeros pájaros cantan tristes,
Llamando al sol. Es la hora de las tinieblas.
Y la iglesia está helada, como llena de demonios,
Mientras seguimos en la noche recitando los salmos.
Ernesto Cardenal
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