¿POR QUÉ ESCRIBO HOY?
La belleza de
los terribles rostros
de nuestros don nadie
me mueve a hacerlo:
mujeres negras,
jornaleros andrajosos
– viejos y baqueteados–
de regreso al anochecer,
rostros como
viejo roble florentino.
También
vuestras caras
de cartón me mueven
–ciudadanos eminentes–
pero no
del mismo modo.
William Carlos Williams
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