5 de marzo de 2022

Ella escribe, Gabriela Bayarri


ELLA ESCRIBE, Gabriela Bayarri
 
Escribe porque las palabras le fluyen, no por la garganta, sino por los dedos. Le es imprescindible siempre tener una lapicera a mano, un lápiz, papel, servilleta, lo que sea, porque las musas, a ella, se le aparecen en cualquier circunstancia, son como mariposas fugaces, que ella debe atrapar, correr a veces, matar otras. Lo cierto es que ella casi no habla, porque las palabras le salen mejor escritas. Escribe porque ella, COMO DECÍA Alejandra Pizarnik, siente que “no es de este mundo”, sospecha que vino de un libro de cuentos, y tiene la certeza de que deberían haberla dejado vivir adentro de él. Si hubiera podido elegir, viviría como  Alicia, en el país de las maravillas. Se siente arrojada y ajena a este mundo, sería muy feliz viviendo adentro de un libro de aventuras.
Lee mucho entonces, es la forma que tiene de buscar el camino de retorno a su casa, a aquél libro, a su mundo. Escribe porque ella viaja con las palabras, va de unas páginas a otras como recorriendo planetas, paisajes, aventuras. Por eso, ella, escribe.

 



 La foto, con el velo del tiempo pasado, tal vez se haya tomado en 1980. Son dos poetas, Alejandro Nicotra, a la derecha, su inseparable pipa, y el gesto aparentemente adusto; pero con su abrazo inmenso de ternura, sobre los hombros de Ricardo Herrera, poeta y creador de la revista Hablar de Poesía (asoma un niño, parece un sol). El lazo que uniría esa amistad, vigente hasta la actualidad, fue la poesía. También fue la excusa de la palabra poética la que unió mi destino a Alejandro, para sumarme al consejo de redacción de la revista Asueto, hojas de poesía, en 2004. Aún hoy, extraño la tibieza de esas reuniones de los sábados por la mañana en Café Amadeus, frente a la plaza principal de Villa Dolores. Pero lo más valioso, es que aún perdura ese regalo sutil e invisible: la amistad, la ternura, los consejos literarios, y el mismo abrazo. Celebro la vida con este poema, que le regalé hace unos días.

 

EL ABRAZO DE LA FOTO
 
a Alejandro Nicotra
 
El mismo abrazo de esa foto en sepia,
la mirada más templada, serena,
la mano protectora, solitaria
hacia los nuevos, escasos poetas.
 
El mismo abrazo, idéntica luz
que hoy nos ampara,
como la entrañable sombra de la parra
que te cubría, allá en tu infancia,
junto al Tono*.
 
El abrazo que nos lleva a perdernos,
infinitamente,
en un laberinto de palabras.

 
Gabriela Bayarri

 
*El Tono es el apodo familiar con el que nombraban al gran poeta puntano Antonio Esteban Agüero.





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