Después de la lluvia
asoma un sol de otoño
que amarillea las paredes.
Un sol decolorado,
desteñido silencioso
que come las tardes
de un mayo que sucumbe.
Anochece sin sentido
con humedad en las veredas
y con hojas pisoteadas
por transeúntes apurados
alienados en auriculares
desde teléfonos recalcitrantes.
Alienarse sin empatía,
alienarse sin contaminarse de los otros.
Alienarse y descubrir la tautología del amor.
Alienarse para no perecer de locura cotidiana.
Alienarse como rebeldía ante el virus del lenguaje.
Escribo esto, garabateo esto
y pienso en Leo que me dijo:
miro tus textos y necesito un diccionario al lado.
Sonrío, sonrío para mí solo
mientras camino por el patio de la casa
llenando mis pulmones del aire fresco
que repta después de la lluvia.
Me deslumbro ante el brillo de las gotas
descomponiendo colores
en las ramas vacías de las plantas.
Me asombro con cosas simples
y siento lo magnifico de la vida.
En un anochecer de pandemia
desvisto una lluvia más
desde mis ojos salpicados
del brillo del rocío.
Jose Luis Colombini
No hay comentarios:
Publicar un comentario