Cómo llovía esa noche, amigo…
parecía
que la tierra nos esperaba,
dejando caer su vino
sobre nosotros,
que habíamos cruzado
el fuego del páramo
cargados de un oro dulce y oscuro
para sembrar
en ese suelo silencioso.
Entonces
probamos la madera,
el arte de la colmena,
y el banco áspero
del viejo herrero.
Y la risa.
Y el abrazo.
Cómo llovía, amigo…
y nosotros hablábamos
con las abejas,
con los algarrobos,
para sentarnos luego a beber
y mirar el verano
que comenzaba.
Gerardo Coria
Piedra Pintada, Traslasierra, Córdoba, Argentina
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