Ninfa Elena
A mi madre i, m
Todo lo que ahora sé, lo aprendí
de vos, por ese saber que respiró mi
infancia.
Ninfa Elena Rodríguez: susurrada leyenda
de un amor de tan feliz memoria,
que todavía vive.
Organizando el caos de la aurora
tu sonrisa era una apuesta de los
pájaros
mientras un rayo de sol centellea
en tus tachos de geranios.
En la fatiga de tus brazos,
como la sombra que nace del verdor
llegaba el pan del día, el corazón del
silencio
y la navidad del fuego.
Extraviado en tu luz
sé que nada remediara tu ausencia,
la muerte sabe tomar del mundo más
de lo que está permitido.
A luz de mis travesuras te recuerdo,
madre, tu nombre ronda entre las copas
rojas
y tiende a durar más que la vida.
Claudio Suárez
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