No entendemos a la montaña porque somos niños
y los niños no entendemos de grandes moles quietas
perseguimos insectos
escribimos poesía
cambiamos del rojo al azul y otra vez al rojo
de acuerdo al golpe
nuestro cuerpo en vigilia
por eso no podemos saber nada de la fe
y menos aún que esa palabra mueva gigantes
perseguimos insectos
escribimos poesía
perseguimos insectos que escriben poesía
nos agrada arrancar las patas de las langostas
porque son las que saltan alto
y llevan en su vientre la carne envenenada
cazamos ranas que cantan cual si hubiera un coro
nuestra poesía es dura
termina en la interminable palabra” dios”
en el nervio secreto de la langosta
electrificada por la palabra dios
saltando lo que una montaña del amor crece
quien diría que las piedras que arrojamos al rio
aun reflejan ondas en el aceite del agua
Marcelo Dughetti
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