29 de julio de 2021
El encuentro de la primavera (razonamiento), Antón Chejov
El encuentro de la primavera (razonamiento), Antón Chejov
Los bóreas cambiaron el céfiro. Sopla una brisa que no viene del oeste ni del sur (estoy desde hace poco en Moscú y aún no conozco bien este lugar del mundo), sopla levemente, que apenas levanta las faldas… No hace frío, de tal manera no hace frío que uno puede atreverse a pasear con sombrero, abrigo y bastón. Incluso no hiela de noche. La nieve se derritió, volviéndose agua turbia, que fluye rumorosamente desde las colinas y los cerros hasta los sucios canales; únicamente no se derritió en las calles estrechas y en las callejuelas donde sosegadamente yace amontonada bajo una capa de tierra y así permanecerá hasta mayo… En los campos, en los bosques y en los bulevares tímidamente brota la hierba verde… Los árboles aún están completamente desnudos, pero parecen como si estuvieran animados. El cielo es bonito, puro, luminoso; solo raras veces pasan nubes que dejan caer a la tierra pequeñas gotas… El sol brilla tan espléndido, tan cálido y tan tierno, que parece haber bebido y comido hasta saciarse, como si hubiera visto a un viejo amigo… Huele a hierba joven, estiércol, humo, moho, a todo tipo de basura, a la estepa y a algo muy particular… Allá donde mires, en la naturaleza todo son preparativos, la- bores, guisos sin fin… En esencia, llega la primavera.
El público, que ya se hartó terriblemente de gastar dinero en leña, de andar con pesadas pieles y gruesos chanclos, de respirar aire helado, húmedo y viciado, impetuosa, alegremente extiende los brazos para saludar la llega- da de la primavera. La primavera es una invitada deseada, pero ¿acaso es buena? ¿Cómo les diría? Para mí, no se trata de que sea demasiado buena, y no se puede decir que sea demasiado mala. Sea como fuere, se la espera con impaciencia.
Los poetas, viejos y jóvenes, mejores y peores, dejan por un tiempo en paz a cajeros, banqueros, ferroviarios y maridos cornudos, dejan correr la pluma para componer madrigales, ditirambos, odas laudatorias, y demás obras poéticas, cantando en ellas todos los encantos primavera- les… Cantan habitualmente con poca fortuna (no hablo de los presentes). La luna, el aire, la bruma, la lejanía, los deseos, «ella» está en ellos en primer plano.
Los prosistas también propenden a la armonía poética. Todos los folletines, alabanzas y vituperios comienzan y terminan con la descripción de sus propios sentimientos, a propósito de la inminente primavera.
Las señoritas y los caballeros… sufren mortalmente. Su corazón late a 190 pulsaciones por minuto, la temperatura es ardiente. Los corazones están llenos de dulces presentimientos… La primavera lleva consigo el amor, y el amor lleva consigo «¡Tanta felicidad, tanto sufrimiento!». En nuestro dibujo la primavera mantiene a los enamorados en la cuerda floja. Y hace bien. También en el amor hace falta disciplina, ¿qué sucedería si ella dejara caer el Amor, le diera, canalla, libertad? Yo soy un hombre más bien serio, pero también a mí en virtud de los aires primaverales, acuden a mi cabeza toda clase de diabluras. Escribo, y ante mis ojos hay paseos umbríos, fuentes, pájaros, «ella» y todo lo demás. La suegra empieza a mirarme de manera sospechosa, y la mujer se deja ver junto a la ventana…
Los médicos son gente muy seria, pero tampoco ellos duermen tranquilos… Tienen pesadillas y les invaden los sueños más seductores. Las mejillas de los doctores, los practicantes y los boticarios arden sonrosadas y febriles. Y no sin motivo. Sobre las ciudades se extienden nauseabundas nieblas, y esas nieblas están compuestas de microorganismos que producen enfermedades… Duele el pecho, la garganta, los dientes… Se despiertan viejos reumatismos, gotas, neuralgias. Los tísicos tosen sin pa- rar. En las farmacias hay terribles tumultos. El pobre boticario nunca puede comer ni tomar té. El clorato potásico, los polvos de Doverov, los ungüentos para el pecho, el yodo y estúpidos productos para los dientes se venden a montones. Escribo y escucho cómo en la farmacia vecina resuenan las monedas de cinco kopeks. Mi suegra tiene flemones en los dos carrillos: un monstruo monstruoso.
Los pequeños comerciantes, las cajas de ahorro, los caníbales prácticos, los judíos y los campesinos bailan la cachucha de la alegría. También para ellos la primavera es una bendición. Miles de abrigos de pieles van a las casas de empeños para dar de comer a los hambrientos. Toda la ropa de invierno que aún tiene valor se lleva para bendición de los judíos. Si no llevas el abrigo de piel a la casa de empeños, te quedas sin ropa de verano y te pavonearás en la casa de campo con pieles de castor y mapa- che. Por mi abrigo de piel que vale como mínimo 100 rublos, me dieron 32 en la casa de empeños.
En las ciudades de Berdichev, Zhitomir, Rostov, Poltava, el fango llega a las rodillas. Es un fango pardo, vis- coso, fétido… Los transeúntes se sientan en casa y no asoman la nariz a la calle por si se hunden en el diablo sabe qué. Te dejas en el fango no solo los chanclos, sino incluso las botas y los calcetines. Sal a la calle en caso de necesidad, o descalzo o en zancos, pero lo mejor es que no salgas en absoluto. En Moscú, a decir verdad, no se deja uno las botas en el fango, pero es más seguro llevar chanclos. Uno puede despedirse de los chanclos para siempre en muy pocos lugares (a saber: en la esquina de las calles Kuznetski y Petrovka, en Truba y casi en todas las plazas). De una aldea a otra no puedes ir.
Todos se disponen a pasear y regocijarse, excepto los adolescentes y los jóvenes. No se ve a la juventud por los exámenes de primavera. Todo el mes de mayo pasa obteniendo sobresalientes y suspensos. Para los suspensos la primavera no es un huésped deseado.
Aguarden un poco, dentro de cinco o seis días, como mucho dentro de una semana, los gatos maullarán más fuerte bajo las ventanas, la hierba rala se hará espesa, en las aldeas los brotes se harán vellosos, la hierba crecerá por todas partes, el sol calentará y la primavera será primavera de verdad. De Moscú saldrán convoyes con muebles, flores, colchones y doncellas. Pulularán hortelanos y jardineros… Los cazadores comenzarán a cargar sus escopetas.
Aguarden una semana, tengan paciencia, y mientras tanto pongan resistentes vendas en su pecho, para que no salgan de él sus desenfrenos, las impacientes demoras del corazón…
Por cierto, ¿cómo desean representar en el papel la fi- gura de la primavera? ¿De qué manera? En tiempos antiguos, la dibujaban en forma de una bella doncella, tendida en un campo de flores. Las flores son sinónimo de alegría… Ahora son otros tiempos, hay otros gustos, y otra primavera. También se dibuja como una joven dama. No está tendida en las flores, puesto que no hay flores, y tiene las manos metidas en los manguitos. Haría falta representarla demacrada, delgada, esquelética, tísica, pero que sea comme il faut (1). Le haremos esa concesión solo porque es una dama.
1. Como es debido.
Antón Chejov
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