Luzbel
Luzbel había sido perdonado,
—la incansable bondad de Dios lo quiso—
y en la gloria del viejo paraíso,
el titán rebelado
contempla la luz sin variaciones:
siempre aquella quietud exasperante
ni una voz de sonoras vibraciones,
¡ni una alma interesante!...
Y en el silencio aquel, meditabundo,
inclinó el ángel malo la cabeza,
y su mirar profundo
se hundió en el torvo mar de la tristeza.
Dios lo vio y acercándose al impío
pregúntale: ¿En qué piensas? Un eterno
mal te agobia. ¿Cuál es tu desvarío?
Y respondió Luzbel: ¡Oh Padre mio,
soñaba en el infierno!…
Leopoldo Marechal
De "Los aguiluchos" 1922
No hay comentarios:
Publicar un comentario