Tarde de verano
VII
La mujer que cruza la calle
sin participar del mundo
ya que se trata del mundo y de ella
no hace caso del calor
que revienta la calzada
y deja una fina espuma
en la pradera de la tarde
ni del sopor del viento
que apenas toca su cabello.
¿Los movimientos de su andar
serán parte del bálsamo
de la nada inmóvil
que la contiene sin tocarla?
Cualquiera podría darse cuenta
de que lleva a su hombre adentro
cuando anda.
Sus pies no sueñan
de modo que no es la calle
la que pasa.
Cuando camina es ella
sólo la calle y ella.
¿Y el mundo?
¿La multitud?
¿La colmena incesante? Nada.
La tarde de verano
sólo tiene los ojos fijos
en la mujer que atraviesa la calle.
La saluda respetuosamente
y se detiene para cederle el paso.
Quizás se encuentren
algún día las palabras
que la desnuden sin tocarla.
Quizás no.
No se sabe por qué.
Gianni Siccardi
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