24 de febrero de 2021

B. de S. (Fray Bernardino de Sahagún 1499 - 1590), Hans Magnus Enzensberger




B. de S. (Fray Bernardino de Sahagún 1499 - 1590),  Hans Magnus Enzensberger

 

A los ochenta años sus ojos se ensombrecen.
Misiva del Consejo de Indias al Virrey. Edicto
del Alto Consejo de la Inquisición a los arzobispos
de México y Oaxaca. Las obras paganas en cuestión
son ociosas, extrañas a la Fe y peligrosas.
Los manuscritos se dispersan. La escuela
se desmorona. La viruela acaba con los indios.
 
A veces se pregunta qué fue en su vida:
un cuervo en un campo de batalla, o un salvador.
A duras penas descifra en copias clandestinas
lo escrito y dibujado otrora por sus pupilos.
Viejos pictogramas, hieráticos y extraños. Un mundo
distinto, transparente como muestras en resma.
Sus labios se mueven despacio y va leyendo:
 
El presagio
Fue diez años antes de llegar los españoles, fue
la primera señal. Fue como una lengua de fuego
sobre el cielo, como una llama, como un resplandor
en el crepúsculo. Ardía espacioso, se alzaba alto
y afilado. Un año entero apareció, en las noches.
Y cuando brillaba, re alzaba un griterío,
gritaban todos, todos batían con la palma de la mano
contra sus bocas, todos sentían un miedo horrible,
se estremecían, esperaban, estaban aterrados.
 
Ocupa su vida en hacer preguntas. De lo aniquilado
se siente admirado. De ios asesinados (perfectos filósofos
y astrólogos, oscuros y sutiles, elegantes,
y muy diestros en todas las artes mecánicas)
procura obtener respuestas. Lo que él profesa
es una ciencia, nueva y rigurosa. La metodología
no existe todavía. El es el primero.
 
E inventa el sondeo informático: los cuestionarios,
las interviús, el cross-checking, el teamwork.
Capacita a sus discípulos: normas de transcripción,
gramáticas, glosarios. Sube incluso a los volcanes.
Pero lo que cuenta, no es lo que ve. Pregunta
a los supervivientes, los últimos aztecas. ¿Qué es
una montaña? Ellos dictan y el escribano apunta:
 
La montaña
Es algo elevado y agudo termina en punta,
en la cima, afilada, se alza prominente;
se hace cónica, redonda; a más redonda, más baja;
con muchas peñas, rocosa; abrupta, agrietada, rocosa;
de tierra, con árboies, yerbosa; con matas; con agua;
seca; quebradiza; con barrancos; con cavernas;
hay gargantas en ella, morros de piedra.
Subo a la montaña, trepo por la montaña. Vivo
en la montaña. He nacido en la montaña. Nadie
puede hacerse una montaña. Nadie se transforma
en una montaña. Y al final, también la montaña se descompone.
 

Náhuatl: Todo sabe distinto, todo tiene otros colores,
nombres, articulaciones. Del dios solar al mosquito
es otro mundo (¿Qué significa el término «otro mundo»?)                                                        Historia Universal de las cosas de Nueva España. No son similitudes
lo que anda buscando en ellos (o en nosotros, por tanto),
sino aquello que no entiende.

 
Una ciencia que observa el ser humano
como Algo Distinto. Este algo incomprensible
es lo que da miedo, y es la única esperanza.
El primer antropólogo tiene un miedo atroz
de quienes interroga, de sus rituales sangrientos (y los nuestros),
de tantas mentiras e ídolos. Su obra quedará tres siglos
enterrada, prohibida, entre el polvo de los archivos.
 
La caverna
Allí se ensancha, allí se hace larga y profunda,
se abre, se cierra. Es un lugar angosto,
es agobiante. Allí se hace intransitable, hostil.
Es un lugar espantoso, donde habite la muerte,
donde reinan las tinieblas. Se vuelve tenebrosa,
sombría. Su boca está abierta de par en par, sus fauces.
Las fauces son anchas, las fauces son estrechas.
Voy a hacer mi permanencia en la caverna.
Estoy entrando. Estay aquí. Estoy en la caverna.
 
Cuando aún mozuelo, frailecillo mendicante
de parda cogulla y blanco cordón, desembarcó en Veracruz,
la carnicería había terminado: Todo está por tierra
desparramado, ya nada se conserva en pie.
Las pirámides aplanadas, los acueductos demolidos,
y no se puede pisar la tierra de México
sin pisar a la vez los restos de algún indio.
 
La masacre es «a fin de cuentas, comprensible».
Puede explicarse punto por punto,
con pelos y señales, de una segunda naturaleza,
la codicia, la ambición, que aportan, claro,
bien nos entendemos, la economía y condición de clase.
Si algo significa el término «otro mundo»,
significa algo que no nos explicamos.

 
Hans Magnus Enzensberger Mausoleo. 37 baladas de la historia del progreso,  Hans Magnus Enzensberger Editorial anagrama (1979)
Traducción de Kim Vilar
 

 


 

 Fray Bernardino de Sahagún

(Sahagún, España, 1499 o 1500 - México, 1590) Eclesiástico e historiador español. Estudió en la Universidad de Salamanca. En 1529 se desplazó a América e inició el estudio de la lengua de los indígenas mexicanos. Con una finalidad estrictamente catequística escribió en lengua náhuatl Psalmodia cristiana y sermonario de los Sanctos del Año (1583). Su obra fundamental es Historia general de las cosas de Nueva España, recopilación en doce tomos de costumbres, mitos y leyendas aztecas. Lo más destacable de este tratado es el método de investigación empleado, precursor del que aun hoy aplican los etnólogos, ya que confeccionó un cuestionario previo, seleccionó a los informadores y recurrió a intérpretes nativos que escribían al dictado náhuatl. En su día, la Iglesia confiscó la obra al considerar que se oponía a la labor misionera.
Nacido en el pueblo leonés de Sahagún, que adoptó como apellido en su orden (se llamaba Bernandino Ribeira), Bernardino de Sahagún marchó a México en 1529 y allí pasó, en diferentes lugares, el resto de su vida, entregado a la catequesis de los indígenas, para lo que aprendió el idioma náhuatl e investigó diligentemente sus usos y creencias. Muy amado por los indios, inquiría constantemente de los ancianos, sabios y sacerdotes los detalles que le interesaban, y pedía a sus discípulos que consignasen tales informes en náhuatl, traduciéndolos después él al castellano. Los materiales crecían así de continuo, dando lugar sucesivamente a varios manuscritos en ambos idiomas, de más valor los de lengua náhuatl, porque a veces omitía o abreviaba algunas cosas en la versión castellana.
La obra costó al autor muchas penalidades, porque tuvo enemigos que sostuvieron ser impropios de la Orden Franciscana aquellos gastos que podían ayudar a mantener en los indígenas el recuerdo de su idolatría, y se le impidió por todos los medios continuarla. Se sabe que Fray Bernardino de Sahagún sufrió vejaciones intelectuales y que fue trasladado de convento en convento. Pero nunca le faltaron simpatizantes, que al fin prevalecieron, si bien sus manuscritos, de los que fue despojado, no volvieron a su poder. Modernamente reencontrados, se han editado y traducido repetidamente desde 1829, aunque de forma muy deficiente al principio. Uno de los fragmentos apareció en la Biblioteca Laurentina de Florencia (Códice florentino) y otros en un convento franciscano de Tolosa.
La Historia general de las cosas de Nueva España, cuya redacción le llevó cuarenta años, es un texto capital de la historiografía mexicana contemporánea. Concebida a la manera de un tratado moderno (uso de documentos, cotejo de diversas fuentes, apartados clasificados de forma científica), consta de doce libros. Los nueve primeros tratan de los dioses y diosas, de las fiestas en su honor, de las creencias sobre la inmortalidad del alma y de las ceremonias fúnebres, así como de la astrología judicial, los augures y adivinos, y de la vida intelectual y política, entre otros temas.
Los libros X y XI contienen un diccionario, y el XII expone la conquista de México en su versión indígena. Obra metódica y de importancia excepcional, representa un tesoro de conocimientos etnográficos, arqueológicos e históricos que constituye una contribución fundamental al conocimiento de los indígenas en su primitivo tipo de vida. Las excavaciones arqueológicas realizadas desde el siglo XX han corroborado muchos aspectos de la obra de Sahagún.
No tuvieron mejor suerte otros textos salidos de la pluma de este ilustre franciscano. Las Pláticas o Coloquios aparecieron en la Biblioteca Vaticana y se publicaron en 1924; de la Psalmodia cristiana, que contenía parte de los salmos traducidos y reinterpretados en náhuatl, quedaron tres ejemplares muy incompletos; y tampoco se encontró nunca un Arte (gramática) de la lengua mexicana, escrito en 1569. También se le atribuyen diversas obras doctrinales en lengua náhuatl, no localizadas en la actualidad.
 

 
 
Mausoleo. 37 baladas de la historia del progreso,  Hans Magnus Enzensberger
Editorial anagrama (1979)
 

Mausoleo, la primera obra poética de envergadura de Hans Magnus Enzensberger en varios años, gira en tormo a Las contradicciones del progreso. un proceso de varios siglos de duración, cuyas intrincaciones trágicas y cómicas, honorables y absurdas, arrastramos todos nosotros. Se trata de un tema realmente grandioso. Aquí apenas se percibe ya esa modestia que el Yo lírico haba adoptado durante estos últimos años.
Si bien el progreso es un mito colectivo, ha encontrado su personificación en una larga serie de protagonistas y detractores. En consecuencia, la obra adopta la forma de una galería de espejos y retratos, en la cual pueden contemplarse revolucionarios y astrónomos, músicos e ingenieros, matemáticos y prestidigitadores, monjes y burócratas (Gutenberg, Maquiavelo, Leibniz, Darwin, Fourier. Chopin, Méliés, Bakunin, el Che, etc.). Todos ellos pertenecen a la raza blanca; proceden de las clases dominantes y los “estamentos cuItos” y, además, son todos varones. Se trata, por lo tanto, de una pequeña minoría radical que ha llevado a cabo acciones imprevisibles en nombre y, en bastantes ocasiones, a espaldas de la mayoría.
Un libro así no puede ser un volumen de poemas en el sentido usual. Nos hallamos ante un trabajo sumamente original y muy elaborado, que intenta establecer y representar unas relaciones estructurales amplias, más allá de la figura aislada, del texto suelto. A este fin, Enzensberger se ha servido de una antigua forma poética, que permite tanto el gesto épico como la desmesura dramática: la balada es un campo muy vasto. Sus amplias estrofas, sus largos versos soportan sin esfuerzo el collage de citas, enumeraciones, exhortaciones. paréntesis y meandros que el tema exige.
En los epitafios de los treinta y siete héroes pueden leerse sus invenciones y lucubraciones, sus pesadillas privadas y públicas, sus luchas a lo slapstick, sus triunfos y sus desastres. Estos epitafios tan sólo están identificados con unas iniciales. porque, en último término, el proceso anónimo va más allá de las intenciones y los deseos de los sujetos, arrollando la voluntad y la resistencia de éstos. Este libro se cierra con un índice en el cual, además de los personajes retratados el lector también puede encontrar otros muchos personajes implicados en la trama.

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