Rosa
Y anda otra vez la lluvia por el techo
con su ternura náufraga y ruidosa
y el frío de la ausencia, el frío, Rosa,
se me viene a las sábanas y al pecho.
Sin tu voz todo está como deshecho,
sin tu mano es un hueco cada cosa,
sin tu pisada duele esta baldosa
y es otro mueble sin tu aroma el lecho.
Llueve. Pienso en la sombra. El cuarto es grande
La soledad, como un hollín, se expande
por este aire de cal y ropa muerta.
Si estuvieras, no sé que te diría,
pero creo que no me importaría
tanta lluvia en la noche tan desierta.
Osvaldo Guevara
De Los zapatos de asfalto, 1967
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