11 de agosto de 2020

Watteau, Théophile Gautier

 

Watteau
 

No lejos de París, en el campo, un crepúsculo, 
cuando andaba siguiendo el carril de un camino, 
siempre a solas conmigo, y sin más compañero 
que el dolor, que a mi lado me tendía la mano.
Eran campos severos y sombríos, acordes 
con la misma apariencia que tenían los cielos 
en el llano sin límites se veía tan sólo 
el verdor de aquel parque con sus árboles viejos. 
Largo rato miré a través de la verja, 
era un parque que acaso recordaba a Watteau:
olmos finos, glorietas, tejos negros, senderos 
bien peinados, trazados simplemente a cordel. 
Me alejé con el alma cautivada y muy triste. 
Al mirar por la verja comprendí lo siguiente: 
que aquél era el ensueño de mi vida, y también que 
mi dicha quedaba tras de aquellos barrotes.  

Théophile Gautier

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