30 de agosto de 2020

Pequeña cascada, Rainer María Rilke

 

Pequeña cascada
 
Ninfa, revistiéndose siempre
de lo que la desnuda.
que tu cuerpo se exalte para
la onda redonda y ruda.
 
Sin reposo cambias de traje
y hasta de cabellera:
tras de tanta huida, tu vida
queda como presencia pura.
 
País, detenido a medio camino
entre la tierra y los cielos,
a las voces de agua y bronce,
dulce y duro, joven y viejo.
 
como una ofrenda elevada
hacia manos acogedoras:
bello país acabado.
cálido como el pan.
 
Todo aquí canta la vida de antaño,
no en un sentido que destruya el mañana:
se adivina, valientes, en su fuerza primera.
el cielo y el viento, y la mano y el pan.
 
No es un ayer que se propague por todas partes
defendiendo para siempre estos contornos antiguos:
es la tierra contenta de su imagen
y que consiente en su primer día.
 
 
Viento que toma este país como el artesano
que conoce su materia desde siempre:
al encontrarla, caliente, sabe cómo hacer
y se exalta trabajando.
 
Nadie detendría su impulso magnífico; nadie
sabría oponerse a esta fogosa audacia:
y es también él quien, dando un enorme paso atrás,
tiende a su obra el claro espejo del espacio.
 
Rainer María Rilke
 
De las CUARTETAS VALAISANA
(1924)
A Madame Jeanne de Sépibus - de Preux
 

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