La tarde
(Al poeta Clara Barnatán)
Inclina la tarde la cabeza
llena de nidos a donde vuelven las aves.
Se estira el aire a los confines
sobre los últimos corderos
que al sueño entran lentamente.
Sabe el aire que tiene el color del misterio:
andando reposa como un picaflor,
se demora como sobre heliotropos;
roza el silencio como a un piano de cola negra.
Es la llama que a penas arde se extingue,
la hoja dorada que se quiebra.
Oh, este aire sabe que al mirarlo
los ojos se llenan de lágrimas.
Orfila Bardesio
De El ciervo radiante (1984)
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