Yo también fui brasileño
Yo también fui brasileño,
moreno como ustedes.
Punteé la guitarra, guié ganado
y aprendí en la mesa de los bares
que el nacionalismo es una virtud.
Pero hay una hora en que los bares se cierran
y todas las virtudes se niegan.
Yo también fui poeta.
Bastaba mirar a la mujer,
pensar luego en las estrellas
y otros celestes sustantivos.
Pero eran tantas, el cielo tan grande,
que mi poesía se turbó.
Yo también tuve mi ritmo.
Hacía esto, decía aquello.
Y mis amigos me querían
y mis enemigos me odiaban.
Yo, irónico, me escurría
satisfecho en mi ritmo.
Pero acabé confundiéndolo todo.
Hoy no me deslizo más,
no soy irónico más,
ya no tengo ritmo.
Carlos Drummond de Andrade
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