18 de octubre de 2019

Aria, Jorge Ariel Madrazo


ARIA

créase o no

al poeta Ramón Plaza, i.m.

Si no vinieron hoy, vendrán más luego.
(¿Los fieles amores ? ¿ Y
                 quiénes, si no?).
Nos,
los que emprendemos el retorno, somos
tan fieles a tres-dos-un amor.
Madre, padre: juro serles fiel
a ambos, también.
¿ Cómo no serlo,
pues ?
¡Y a ponerse cómodos! He aquí el carrousel
del muy recordar.
No magullen mis retamas,
mi almendro.
Mi azul perro de trópicos frutales.
(Razón tendrás, muchacha: los años endilgan
un sueño de lejía; tristes bestias desovan
aquestas habichuelas del vivir;
tu cuerpo brotaría frutos en sazón y
pedirá sin tregua -el iluso- olvido de
                                   pasiones,
puerto de loable madurez.
(¿ Cómo podría? el tu cuerpo de
nácar? ¿La tu alma que nadie bien
                                                         amó?).

Y he conocido humanitos nuevos. Ramón,
empero, será quien esté aquí. Escribe tan
desesperado el cruel desesperado;
hablase solo;
           con la foto
            en sepia de
hilda doelittle hablase Ramón.
Mañana: es turno de morir. No hay apuro,
nos dice,
se dice.
"La vida que me doy es fabulosa", emperrase
Ramón. Alejase durmiente. Como si.
Si ya estoy muerto, dice en carcajadas.

¿No hay apuro, mi extrañado mundo?
¿No hay apuro, nos decís. Ramón?


Jorge Ariel Madrazo

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