27 de marzo de 2019

Poemanombre, Osvaldo Guevara


Poemanombre

Para vos, que preguntaste, irónica:
¿Ahora a mi también me vas a escribir
un poema?


Si este poema fuera algo tangible,
algo latiente, vivo, algo más que palabras
como un pan o un ladrillo,
como el pan que se sienta a la mesa del pobre
o el ladrillo que le alza la casa hasta la altura
del aire que transpira,
si este poema fuera como un diente de sangre,
de esa sangre que aun rota le muerde el ojo al dólar,
si este poema fuera los dedos que les faltan
a las manos de América, cortados por las balas,
si fuera al menos parte, el olor, el tamaño
de esos besos que fundimos en la noche de lluvia
sobre un jeep al que entramos sólo porque allí estaba
como se entra en un árbol o en una calesita,
si fuera una granada, una saliva, un puño,
te lo daría, amada, ay mi amor, te lo daba,
por correo, seguro, te lo mandaba ya
con una mariposa postal de ávido vuelo.
Pero es sólo un papel que me duele en la mano,
sólo una tinta inerte como sangre de muerto
(hablo de este poema y no de todos, claro)
y yo para vos quiero, ya sabes, lo viviente,
lo que respira o pesa, algo mas que palabras.
Por eso ahora mismo lo emborrono, lo tacho,
por eso ahora mismo pongo tu nombre al dorso,
un graciela violento, mural, desorbitado
con una panfletaria letra en rojo, nocturna,
ahora mismo estrujo este papel inútil
que sin embargo al dorso le nombra en alarido,
lo ovillo, apelotono, crispo, convierto en piedra,
una pequeña, fuerte, nominal piedra clara
y ahora mismo también salgo a la calle, salgo
para tirárselo, no a cualquiera, se entiende,
por ejemplo a la cara de un bancario ascendido,
a un cabal propietario de vaquitas ajenas,
a un tendero al acecho, a un prestamista rápido,
a un extremista teórico como insulto en voz baja,
a cualquier presidente, en fin, de la desgracia,
le tiro el papelito, tu nombre, piedra mía,
le tiro con tu nombre, con tu nombre lo corro,
fijate, con tu nombre, tibio como los yuyos,
con tu nombre , fijate, que en migas doy a un pájaro,
tan luego con tu nombre, fijate, que es de azúcar
pero que yo enarbolo como piel de batalla
porque sé que sabés de qué lado está el sol,
que hay armas como flores, que hay barbas que son luces.
Le tiro, te lo juro, no a cualquiera, de acuerdo,
pero le tiro, hermosa, lo golpeo, graciela.

Te imaginas qué gloria, te das cuenta qué gracia,
voltear muñecos turbios con tu nombre consigna,
abrir sitio en la tierra a gracielazo limpio.


Osvaldo Guevara
De Siempre deseando verte…   -Selección amatoria-
Cartografías ediciones, Río Cuarto, 2010

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