Desocupado lector
Cumplo con informar a usted que últimamente todo es
herida:
La muchacha
Es herida, el olor
A su hermosura es herida, las grandes aves negras, la
inmediatez
De lo real y lo irreal tramados en el fulgor de un mismo
espejo
Gemidor es herida, el siete, el tres, todo, cualquiera de
estos números de la danza es
Herida, la barca
Del encantamiento con Maimónides al timón es herida,
aquel diciembre 20 que me cortaron de mi
Madre es herida, el Sol
Es herida, Nuestro Señor
Sentado ahí entre los mendigos con esa túnica
irreconocible por el cauterio del psicoanálisis es
Herida, el Quijote
A secas es herida, el ventarrón
Abierto del Golfo contra la roca alta es
Herida, serpiente
Horadante del Principio, mar y más mar
De un lado a otro, Kierkegaard y
Más Kierkegaard, taladro
Y por añadidura herida; la
Preñez en cuanto preñez en la preciosidad de su copa es
Herida, el ocio
Del viejo río intacto donde duermen inmóviles los mismos
peces
Velocísimos es
Herida, la poesía
Grabada a fuego en los microsurcos de mi cerebro de niño
es herida, el hueco
De 1.67 justo en metros de rey es herida, el éxtasis
De estar aquí hablando solo en lo bellísimo de este
pensamiento de nieve
Es herida, la evaporación
De la fecha de mármol con el padre adentro
Bajo los claveles es
Herida, el carrusel
Pintarrajeado que fluye y fluye como otro río de polvo y
otras
Máscaras
Que vi en Pekín colgando en la vieja calle de Cha Ta-Iá
Cuya identidad comercial de 2.500 años de droga y ataúdes
rientes
No se discute, es
Herida; la cama en fin
Que allí compre, con dos espejos para navegar, es herida,
La perversión
De la palabra nadie que sopla desde las galaxias es
herida,
El mundo
Antes y después de los Urales es
Herida, la hilera
De líneas sin ocurrencia de esta visión
Sin resurrección es herida. Cumplo
Entonces con informar a usted que últimamente todo es
herida.
Gonzalo Rojas
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