Correspondencias
La naturaleza es el templo donde vivaces pilares
dejan salir a veces confusas palabras;
el hombre atraviesa bosques de símbolos
que lo miran con ojos familiares.
Como esos largos ecos que de lejos se fusionan
en una tenebrosa y profunda unidad,
vasta como la noche y como la claridad,
los perfumes, los colores y los sonidos se manifiestan.
Es que hay perfumes frescos como carnes de niños,
dulces como oboes, verdes como praderas
y otros, corrompidos, ricos y triunfantes.
Obteniendo la expansión de cosas infinitas,
como el almizcle, el ámbar, el benjuí y el incienso,
que cantan los transportes del espíritu y de los
sentidos.
Charles Baudelaire
Versión de José Luis Colombini