EL ENCUENTRO DE LA PRIMAVERA
(RAZONAMIENTO)
Los boreas cambiaron el céfiro. Sopla una brisa que no
viene del oeste ni del sur (estoy desde hace poco en Moscú y aún no conozco
bien este lugar del mundo), sopla levemente, que apenas levanta las faldas… No
hace frío, de tal manera no hace frío que uno puede atreverse a pasear con
sombrero, abrigo y bastón. Incluso no hiela de noche. La nieve se derritió,
volviéndose agua turbia, que fluye rumorosamente desde las colinas y los cerros
hasta los sucios canales; únicamente no se derritió en las calles estrechas y
en las callejuelas donde sosegadamente yace amontonada bajo una capa de tierra
y así permanecerá hasta mayo… En los campos, en los bosques y en los bulevares
tímidamente brota la hierba verde… Los árbo- les aún están completamente
desnudos, pero parecen como si estuvieran animados. El cielo es bonito, puro,
luminoso; solo raras veces pasan nubes que dejan caer a la tierra pequeñas
gotas… El sol brilla tan espléndido, tan cálido y tan tierno, que parece haber
bebido y comido hasta saciarse, como si hubiera visto a un viejo amigo… Huele a
hierba joven, estiércol, humo, moho, a todo tipo de basura, a la estepa y a
algo muy particular… Allá donde mires, en la naturaleza todo son preparativos,
la- bores, guisos sin fin… En esencia, llega la primavera.
El público, que ya se hartó terriblemente de gastar dinero
en leña, de andar con pesadas pieles y gruesos chanclos, de respirar aire helado,
húmedo y viciado, impetuosa, alegremente extiende los brazos para saludar la
llega- da de la primavera. La primavera es una invitada deseada, pero ¿acaso es
buena? ¿Cómo les diría? Para mí, no se trata de que sea demasiado buena, y no
se puede decir que sea demasiado mala. Sea como fuere, se la espera con impaciencia.
Los poetas, viejos y jóvenes, mejores y peores, dejan por
un tiempo en paz a cajeros, banqueros, ferroviarios y maridos cornudos, dejan
correr la pluma para componer madrigales, ditirambos, odas laudatorias, y demás
obras poéticas, cantando en ellas todos los encantos primavera- les… Cantan
habitualmente con poca fortuna (no hablo de los presentes). La luna, el aire,
la bruma, la lejanía, los deseos, «ella» está en ellos en primer plano.
Los prosistas también propenden a la armonía poética.
Todos los folletines, alabanzas y vituperios comienzan y terminan con la
descripción de sus propios sentimientos, a propósito de la inminente primavera.
Las señoritas y los caballeros… sufren mortalmente. Su
corazón late a 190 pulsaciones por minuto, la temperatura es ardiente. Los
corazones están llenos de dulces presentimientos… La primavera lleva consigo el
amor, y el amor lleva consigo «¡Tanta felicidad, tanto sufrimiento!». En
nuestro dibujo la primavera mantiene a los enamorados en la cuerda floja. Y
hace bien. También en el amor hace falta disciplina, ¿qué sucedería si ella
dejara caer el Amor, le diera, canalla, libertad? Yo soy un hombre más bien
serio, pero también a mí en virtud de los aires primaverales, acuden a mi
cabeza toda clase de diabluras. Escribo, y ante mis ojos hay paseos umbríos,
fuentes, pájaros, «ella» y todo lo demás. La suegra empieza a mirarme de manera
sospechosa, y la mujer se deja ver junto a la ventana…
Los médicos son gente muy seria, pero tampoco ellos
duermen tranquilos… Tienen pesadillas y les invaden los sueños más seductores.
Las mejillas de los doctores, los practicantes y los boticarios arden
sonrosadas y febriles. Y no sin motivo. Sobre las ciudades se extienden nau-
seabundas nieblas, y esas nieblas están compuestas de microorganismos que
producen enfermedades… Duele el pecho, la garganta, los dientes… Se despiertan
viejos reumatismos, gotas, neuralgias. Los tísicos tosen sin parar. En las
farmacias hay terribles tumultos. El pobre boticario nunca puede comer ni tomar
té. El clorato potásico, los polvos de Doverov, los ungüentos para el pecho, el
yodo y estúpidos productos para los dientes se venden a montones. Escribo y
escucho cómo en la farmacia vecina resuenan las monedas de cinco kopeks. Mi
suegra tiene flemones en los dos carrillos: un monstruo monstruoso.
Los pequeños comerciantes, las cajas de ahorro, los
caníbales prácticos, los judíos y los campesinos bailan la cachucha de la
alegría. También para ellos la primavera es una bendición. Miles de abrigos de
pieles van a las casas de empeños para dar de comer a los hambrientos. Toda la
ropa de invierno que aún tiene valor se lleva para bendición de los judíos. Si
no llevas el abrigo de piel a la casa de empeños, te quedas sin ropa de verano
y te pavonearás en la casa de campo con pieles de castor y mapa- che. Por mi
abrigo de piel que vale como mínimo 100 rublos, me dieron 32 en la casa de
empeños.
En las ciudades de Berdichev, Zhitomir, Rostov, Poltava,
el fango llega a las rodillas. Es un fango pardo, viscoso, fétido… Los
transeúntes se sientan en casa y no asoman la nariz a la calle por si se hunden
en el diablo sabe qué. Te dejas en el fango no solo los chanclos, sino incluso
las botas y los calcetines. Sal a la calle en caso de necesidad, o descalzo o
en zancos, pero lo mejor es que no salgas en absoluto. En Moscú, a decir
verdad, no se deja uno las botas en el fango, pero es más seguro llevar
chanclos. Uno puede despedirse de los chanclos para siempre en muy pocos
lugares (a saber: en la esquina de las calles Kuznetski y Petrovka, en Truba y
casi en todas las plazas). De una aldea a otra no puedes ir.
Todos se disponen a pasear y regocijarse, excepto los
adolescentes y los jóvenes. No se ve a la juventud por los exámenes de
primavera. Todo el mes de mayo pasa obteniendo sobresalientes y suspensos. Para
los suspensos la primavera no es un huésped deseado.
Aguarden un poco, dentro de cinco o seis días, como mucho
dentro de una semana, los gatos maullarán más fuerte bajo las ventanas, la
hierba rala se hará espesa, en las aldeas los brotes se harán vellosos, la
hierba crecerá por todas partes, el sol calentará y la primavera será primavera
de verdad. De Moscú saldrán convoyes con muebles, flores, colchones y
doncellas. Pulularán hortelanos y jardineros… Los cazadores comenzarán a cargar
sus es- copetas.
Aguarden una semana, tengan paciencia, y mientras tanto
pongan resistentes vendas en su pecho, para que no salgan de él sus
desenfrenos, las impacientes demoras del corazón…
Por cierto, ¿cómo desean representar en el papel la figura de la primavera? ¿De qué manera? En tiempos anti- guos, la dibujaban en forma
de una bella doncella, tendida en un campo de flores. Las flores son sinónimo
de alegría… Ahora son otros tiempos, hay otros gustos, y otra primavera.
También se dibuja como una joven dama. No está tendida en las flores, puesto
que no hay flores, y tiene las manos metidas en los manguitos. Haría falta
representarla demacrada, delgada, esquelética, tísica, pero que sea comme il
faut1. Le haremos esa concesión solo porque es una dama.
1. Como es debido.
Anton Chéjov
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