El precursor de Cervantes, Marco Denevi
Vivía en El Toboso una moza llamada Aldonza Lorenzo, hija
de Lorenzo Corchelo, sastre, y de su mujer Francisca Nogales. Como hubiese
leído numerosísimas novelas de estas de caballería, acabó perdiendo la razón.
Se hacía llamar doña Dulcinea del Toboso, mandaba que en su presencia las
gentes se arrodillasen, la tratasen de Su Grandeza y le besasen la mano. Se
creía joven y hermosa, aunque tenía no menos de treinta años y las señales de
la viruela en la cara. También inventó un galán, al que dio el nombre de don
Quijote de la Mancha. Decía que don Quijote había partido hacia lejanos reinos
en busca de aventuras, lances y peligros, al modo de Amadís de Gaula y Tirante
el Blanco. Se pasaba todo el día asomada a la ventana de su casa, esperando la
vuelta de su enamorado. Un hidalgüelo de los alrededores, que la amaba, pensó
hacerse pasar por don Quijote. Vistió una vieja armadura, montó en un rocín y
salió a los caminos a repetir las hazañas del imaginario caballero. Cuando,
seguro del éxito de su ardid, volvió al Toboso, Aldonza Lorenzo había muerto de
tercianas.
Marco Denevi
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