Tragedia
María Olga es una
mujer encantadora. Especialmente la parte que se llama Olga.
Se casó con un
mocetón grande y fornido, un poco torpe, lleno de ideas honoríficas,
reglamentadas como árboles de paseo.
Pero la parte que
ella casó era su parte que se llamaba María. Su parte Olga permanecía soltera y
tomó un amante que vivía en adoración ante sus ojos.
Ella no podía
comprender que su marido se enfureciera y le reprochara infidelidad. María era
fiel. ¿Qué tenía él que meterse con Olga? Ella no comprendía que él no
comprendiera. María cumplía con su deber, la parte Olga adoraba a su amante.
¿Era ella culpable
de tener un nombre doble y de las consecuencias que esto puede traer consigo?
Así, cuando el
marido cogió el revólver, ella abrió los ojos enormes, no asustados, sino
llenos de asombro, por no poder comprender un gesto tan absurdo.
Pero sucedió que
el marido se equivocó y mató a María, a la parte suya, en vez de matar a la
otra. Olga continuó viviendo en brazos de su amante, y creo que aún sigue
feliz, muy feliz, sintiendo sólo que es un poco zurda.
Vicente Huidobro
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