12 de septiembre de 2017

Los estanques nocturnos, Vicente Huidobro



Los estanques nocturnos



Estanques nocturnos, aguas negras, aguas dormidas y como reconcentradas en sí mismas, mi corazón os ama y admira vuestro poder evocativo.
Aguas de la noche, todo lo que se refleja en vosotras toma un aire de ensueño, un gesto de leyenda; hasta las casas más humildes al reflejarse en vuestro pálido espejo toman aspecto de castillos señoriales o mansiones encantadas.
¡Oh la maravillosa brujería de los estanques en la noche!
Cuántas mujeres hermosas habrán copiado sus formas en estas aguas como quien se baña en un espejo.
Ellas han dado a estas aguas la atracción alucinante, propia de una encantadora.
¡Ah!, yo quisiera besar la luna de los estanques.
Aguas que ponéis toda vuestra fuerza y vuestro empeño en reflejar, aguas negras ensimismadas en la propia contemplación, ¿qué pensáis?
Acaso en estos momentos recordáis la suavidad de los pies milagrosos de Jesús.
Acaso pensáis que hace ya mucho tiempo, en otros parajes, os surcaban blandamente las barcas de los pescadores y sentís la nostalgia de sus viejas canciones que se dormían sobre vuestras ondas leves.
Y yo sé que estáis así quietecitas y como dormidas porque aguardáis la vara del milagro.
Aguas de los estanques nocturnos, la luna hace en vosotras un camino luminoso semejante a la barba de plata de un anciano.
La luna se ha dormido largamente como una lluvia de flores de almendro sobre las aguas opacas.


“El libro de la noche”. Las pagodas ocultas (1914). Vicente Huidobro: Obras completas.

Tomo I. Santiago, Andrés Bello, 1976. pp. 170 – 171.

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