SE QUERIAN
Se querían.
Sufrían por la
luz, labios azules en la madrugada,
labios saliendo de
la noche dura,
labios partidos,
sangre ¿sangre, dónde?
Se querían en un
lecho navío, mitad noche, mitad luz.
Se querían como
las flores a las espinas hondas,
a esa amorosa gema
del amarillo nuevo,
cuando los rostros
giran melancólicamente,
giralunas que
brillan recibiendo aquel beso.
Se querían de
noche, cuando los perros hondos
laten bajo la tierra
y los valles se estiran
como lomos
arcaicos que se sienten repasados:
caricia, seda,
mano, luna que llega y toca.
Se querían de amor
entre la madrugada,
entre las duras
piedras cerradas de la noche,
duras como los
cuerpos helados por las horas,
duras como los
besos de diente a diente sólo.
Se querían de día,
playa que va creciendo,
ondas que por los
pies acarician los muslos,
cuerpos que se
levantan de la tierra y flotando.
Se querían de día,
sobre el mar, bajo el cielo.
Mediodía perfecto,
se querían tan íntimos,
mar altísimo y
joven, intimidad extensa,
soledad de lo
vivo, horizontes remotos
ligados como
cuerpos en soledad cantando.
Amando. Se querían
como la luna lúcida,
como ese mar
redondo que se aplica a ese rostro,
dulce eclipse de
agua, mejilla oscurecida,
donde los peces
rojos van y vienen sin música.
Día, noche,
ponientes, madrugadas, espacios,
ondas nuevas,
antiguas, fugitivas, perpetuas,
mar o tierra,
navío, lecho, pluma, cristal,
metal, música,
labio, silencio, vegetal,
mundo, quietud, su
forma. Se querían, sabedlo.
Vicente Aleixandre
La destrucción o el amor, (1935) (Premio Nacional de Literatura 1934)
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