INVIERNO PARA BEBERLO
El invierno ha
llegado al llamado de alguien
Y las miradas
emigran hacia los calores conocidos
Esta noche el
viento arrastra sus chales de viento
Tejed queridos
pájaros míos un techo de cantos sobre las avenidas
Oíd crepitar el
arcoiris mojado
Bajo el peso de
los pájaros se ha plegado
La amargura teme a
las interperies
Pero nos queda un
poco de ceniza del ocaso
Golondrinas de mi
pecho qué mal hacéis
Sacudiendo siempre
ese abanico vegetal
Seducciones de
antesala en grado de aguardiente
Alejemos en seguida
el coche de las nieves
Bebo lentamente
tus miradas de justas calorías
El salón se hincha
con el vapor de las bocas
Las miradas
congeladas cuelgan de la lámpara
Y hay moscas
Sobre los suspiros
petrificados
Los ojos están
llenos de un líquido viajero
Y cada ojo tiene
un perfume especial
El silencio es una
planta que brota al interior
Si el corazón
conserva su calefacción igual
Afuera se acerca
el coche de las nieves
Trayendo su
termómetro de ultratumba
Y me adormezco con
el ruido del piano lunar
Cuando se estrujan
las nubes y cae la lluvia
Cae
Nieve con gusto a
universo
Cae
Nieve que huele a
mar
Cae
Nieve perfecta de
los violines
Cae
La nieve sobre las
mariposas
Cae
Nieve en copos de
olores
La nieve en tubo
inconsistente
Cae
Nieve a paso de
flor
Nieva nieve sobre
todos los rincones del tiempo
Simiente de sonido
de campanas
Sobre los
naufragios más lejanos
Calentad vuestros
suspiros en los bolsillos
Que el cielo peina
sus nubes antiguas
Siguiendo los
gestos de nuestras manos
Lágrimas
astrológicas sobre nuestras miserias
Y sobre la cabeza
del patriarca guardián del frío
El cielo
emblanquece nuestra atmósfera
Entre las palabras
heladas a medio camino
Ahora que el
patriarca se ha dormido
La nieve se
desliza se desliza
se desliza
Desde su barba
pulida
Vicente Huidobro
De Automne
régulier, 1925
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