8 de mayo de 2017

XXXII, Leopoldo “Teuco” Castilla

XXXII 

Iba yo por el salar
y un hombre me saludó
desde entonces nadie sabe
dónde estoy, qué me pasó.

El silencio es azul. La montaña
como una loca
arrastra sus arterias,
se arranca las piedras alarmadas
la violencia del metal y el perdón de la nieve,
inquiere
con el cóndor que vuela en el olvido,
en el hielo, en el ventisquero
y no da con el mar que ha desaparecido.

No se acerca al salar la cordillera.
Es ánima ese páramo
donde golpea el océano con olas que no hay,
con espuma difunta.
Sin barcos, sin viento, sin peces y sin pájaros.


En el calvario sólo la respiración
de ese hombre con un hacha
como un solazo,
dividiendo la sal,

Vende panes de cemento.
Vende los huesos del mar.


Leopoldo “Teuco” Castilla

No hay comentarios:

Publicar un comentario