Adonal
Adonal iba por el mundo vendiendo las tablas de la ley.
Las llevaba sobre el hombro y pregonaba:
-A dié la tabla de la ley, a dié.
Nunca nadie le compró nada.
Pero cuando murió, un carpintero que también era hebreo,
escribió su nombre como escriben los hebreos, de derecha a izquierda. Nunca
nadie alcanzó a entender qué quería decir esa palabra escrita sobre la losa con
el lápiz de carpintero: IANODA.
Pero eso sí: nadie se animó a borrarla. Ni siquiera la lluvia.
Isidoro Blaisten
De El Mago Editorial del sol (1974)
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