5 de enero de 2017

Para que las momias se tornen incandescentes, Aldo Pellegrini



Para que las momias se tornen incandescentes

Saltarás de la oscuridad a la luz henchido de clemencia
sin solemnidad, con el tacto con que se persuade o fracasa
cuando el mono busca su estrella dentro de los acontecimientos
brillando desatinadamente en la opulenta ventana hacia la calle
Saltarás sobre el punto en que la garganta cede, huella invisible del desertor
y los idiomas parlamentan en la conjunción de la voz ahogada
y encontrarás palabras llenas de natural encanto
como poeta, catequista, político honrado, visión crepuscular
y te espantará el recrudecimiento de la gripe
en las estaciones abiertas a todos los impulsos
abiertas a medianoche con sus sonrisas de días templados
para llegar jadeando casi a la puerta de la izquierda
donde descubrirás a la mujer que huye, oh tu castigo
roedor, murciélago
vendiendo porcelanas hasta la culminación de agosto
hasta que las ratas abandonen tu próximo viaje, el que no se decide
hasta alcanzar la fecha, la fecha frágil de los encuentros
y perder a los naipes y asomarse a la molesta ventanilla del suicidio
y nada más, oh trenes, descendiendo a tiempo de la fiebre
descendiendo del hambre con prudencia rectangular
Con rectangular prudencia
encenderás la mirada inexpresiva de los peces
186 navegante que recorres el sentido vertical del agua
con cierta elegancia sostén de un declinante prestigio
y con la agonía del último esfuerzo
interpretarás fielmente la locura de los dioses, la confusión de los hombres
Activo, resueltamente sutil, casi al nivel de la aventura
saltarás sobre la teoría de la conversión de los pasos en exquisitos
[instrumentos para torturar la sospecha
saltarás hasta el mismísimo punto de congelación
donde las miradas llenas de resentimiento retardan los amores
y ofrecen su helada mano a la amistad o al desprecio
Desequilibrio
puerto seguro para refugio de una convulsión de milímetros por segundo
y viajeros que multiplican rumores en el gran corazón de tu equipaje
con su prédica descorazonante y su capacidad de viaje ilimitada
bebedor, bebedor de oscuridad y violencia
recorres a grandes saltos la cámara de los errores
persiguiendo sin alcanzarlas
mujeres apasionadas envueltas en su lluvia insinuante
y con la existencia en estado de alerta
recoges el secreto impalpable de las palabras, el encantamiento del séptimo día
He ahí la vigilia que espera imperturbable

La hora exacta en que la vida se produzca.

Aldo Pellegrini

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