22 de diciembre de 2016

Con segundas personas, Omar Yubia (Jorge Omar Altamirano)



                                                                                                                                           1995
“Con segundas personas”     





Quién haya sido Caeiro/Pessoa, importa el hecho de su nacimiento, jamás el de su muerte, que no sucedió.         

Tanto he visto en el mundo! Ojos de personas, naves, alimañas… con eso y algo más he construido lo que no explico ni entiendo.

Qué es saber?.

No puedo escribir sobre lo que no sé, pues esto se convertiría en meros fragmentos de un todo.

Escribo para escribir y escribo sobre lo que no se, que es superior a lo que sé.

No saber es fantástico! No saber es mejor que saber lo que uno cree saber, creo ser claro.

No sé. Todo está escrito. Todo se escribe para no decir. Se escribe para la memoria colectiva, no para iluminar.

“Metafísica? Que metafísica tem aquelos arvores?”      

Algo quiere ser nada en su inconclusión. Nada es palabra concreta en su intención, algo dice nada.

Toda porción es parte del todo y así es con las palabras.

Para qué decir lo inconcluso si se sabe que no dice? Como tampoco, insisto, lo hacían las otras palabras. Decir es no hacer, no ver, no sentir, no palpar. Decir es no decir. El verbo no es la acción, pues la acción no es verborragica.          

Para qué nombrar lo que se demuestra haciendo?. Pero, Pessoa Caeiro vuelca la carretilla de Cummings y derrama en el suelo su carga.

A esta altura ya nada puede sentirse en su pleno sentido. ES, y ninguna otra cosa.        

De Portugal a Durban una carretilla no significa nada sin lo que acarrea.

“Bendito sea yo por todo lo que no sé. Gozo de todo esto como quién sabe que existe el sol”.

Quien quiera sea yo mismo, me gustaría presentar a mi desaliñado hermano, el lenguaje, que no sirve pero es necesario. Por eso no necesito hablar para ser escuchado ni decir algo sobre nada.

He visto cosas en el mundo que supuse imaginarias.

He imaginado ese mundo del que ví imágenes inexistentes. Nadie puede ver el mundo sin creer que es de otra manera, pues moriría por falta de asombro.

Perdería la posibilidad de la decepción, antesala del reto creativo.

Si bien quien crea no es siempre consiente de su creación ni sabe que lo hace para reparar su decepción, no es ningún milagro.

“Que pemsará o meu muro da minha sombra”

Pensará mi sombra en sí misma o en la sombra de su sombra en el muro?

Acaso si la sombra pensase, importaría lo que piensa? Es suficiente saber que estás pensando para darnos cuenta de lo inútil de nuestros pensamientos? Creer esto sería parte de la fabula de vivir suponiendo que todos lo sabemos. Esto también sería decepcionante.

“No basta abrir la ventana para ver los campos o el río. También es necesario tener filosofía” Talvez si fuese Caeiro Pessoa, o Byron Rilke o al menos un destello de Vinicius Whitman, puede que salte al camino y aguarde el devenir de los descubrimientos. Podría, como Juan Matus, reconocer la grieta de los mundos y acompañar los vaivenes concebidos al propósito, soñando despierto y desvelando al sueño.

Qué es soñar en un mundo relativo? En los sueños de mundos desordenadamente acompasados. Ese que es yo mismo y a quién tan poco conozco ha cruzado el puente que unía la percepción de la esperanza con la posibilidad del fracaso.

Entonces, tras él –que soy yo mismo- quedará un vacío agónico anticipando el chispazo creador.

Omar Yubia (Jorge Omar Altamirano) 1995

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