31 de octubre de 2016

Llueve, Baldomero Fernández Moreno



Llueve

Hace un poco de frío,
afuera llueve, llueve.

Sentadito en el suelo,
estoy yo con el nene.

Sentadito en el suelo,
recortando papeles.

 Baldomero Fernández Moreno

30 de octubre de 2016

Habla la madre castellana, Baldomero Fernández Moreno



Habla la madre castellana



-Estos hijos- dice ella,
la madre dulce y santa-,
estos hijitos tan desobedientes
que a lo mejor contestan una mala palabra...-


En el regazo tiene
un montón de tiernísimas chauchas
que va quebrando poco a poco
y echando en una cacerola con agua.


-¡Cómo os acordaréis
cuando yo esté enterrada!-
Tenemos en los ojos
y la ocultamos, una lágrima.


Silencio.
Al quebrarse las chauchas
hacen, entre sus dedos,
una detonación menudita y simpática.

Baldomero Fernández Moreno


29 de octubre de 2016

Versos a un montón de basuras, Baldomero Fernández Moreno



Versos a un montón de basuras

Canto a este montoncito de basuras
junto a esta vieja tapia de ladrillos,
avergonzado y triste en la tiña tundente
que ralea la hierba del terreno baldío.

Es un breve montón...
No puede ser muy grande con tan pobres vecinos.
Unas pajas de escoba,
un bote de sardinas, un mendrugo roído
y una peladura larga de naranja
que se desenrolla como un áureo rizo.

Es un breve montón...
No puede ser muy grande con tan pobres vecinos.

Baldomero Fernández Moreno

28 de octubre de 2016

Helada, Baldomero Fernández Moreno



Helada

Los cristales de la fonda
están chorreando agua.

Dentro hay figuras borrosas
que juegan a la baraja.

El mostrador es de cinc
y de tachuelas doradas.

En el palenque, caballos
de la gente de las chacras.

Todos están quietecitos
y con las cabezas bajas.

¡Qué blancos pone la luna
los cojinillos de lana!

Baldomero Fernández Moreno

27 de octubre de 2016

Los amantes, Baldomero Fernández Moreno




LOS AMANTES

Ved en sombras el cuarto, y en el lecho
desnudos, sonrosados, rozagantes,
el nudo vivo de los dos amantes
boca con boca y pecho contra pecho.

Se hace más apretado el nudo estrecho,
bailotean los dedos delirantes,
suspéndese el aliento unos instantes...
y he aquí el nudo sexual deshecho.

Un desorden de sábanas y almohadas,
dos pálidas cabezas despeinadas,
una suelta palabra indiferente,

un poco de hambre, un poco de tristeza,
un infantil deseo de pureza
y un vago olor cualquiera en el ambiente.

Baldomero Fernández Moreno