19 de agosto de 2016

Digo los primeros días, Antonio Esteban Agüero

 Digo los primeros días

Después hacia el Norte, por el Este,
otro soldado de apellido César,
que venía con naves de Gaboto
ancladas donde el Paraná refleja
las barrancas con ceibos sonrosados
y susurros del agua en las junqueras,
precedido por veinte de los suyos
halló montañas y subió por ellas,
y al llegar a los últimos roquedos,
sobre el Cerro que dicen de La Oveja,
sintió que a los ojos le venía,
sobre una luz amaneciente y bella,
horizontes del Valle del Conlara
en verde, azul y vegetal marea.

Poco después el Capital Francisco
de Villagra, mandado por Cabrera,
entró por el Norte a la Provincia,
anotando las tribus y las hierbas,
mensurando los ríos y las nubes
y la luz y las sombras de las leguas,
hasta que un día en el lugar que todos
nombran y dicen de Las Cortaderas,
vio reunidos a los Comechingones
la rara tribu que habitaba cuevas
y adoraba a Llastay, y convertía
en cera dócil la más dura piedra,
sonó el tambor y los clarines,
y entró en batalla con la raza aquella.
Ah, qué podían descalzos cazadores
contra caballo que incitaba espuela.
Oh, qué podían la honda y el guijarro
contra arcabuces de explosiva fuerza.
Ah, qué podía la frágil epidermis
contra la cota acorazada y férrea.
Si aún ahora campánulas que nacen,
cuando sube la luz de primavera,
en aquel sitio de la muerte injusta
abren corolas de humedad sangrienta.

Y éstos fueron los días iniciales,
horas de horror, pero también de fiesta,
porque el polen viril los fecundaba
violentando clausura de fronteras;
horas de fe, días de sol naciente,
horas de crear, días de casa nueva,
claras horas de hacer el Inventario
que redactaba, con la pluma trémula,
sobre el ronco tambor, o la montura,
mano que un día invalidó la guerra;
horas trayendo la primer semilla
de nogal o de vid, la primer yegua,
el primer asno, la primera cabra,
el primer toro y la primera oveja,
y el arado primero y la guadaña
para los tallos de la mies primera…

Antonio Esteban Agüero
De Los “Digo” del Poeta. Un hombre dice su pequeño país (1972, Edición Post Mortem)

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