Horizonte líquido
Con paso tranquilo
los transeúntes avanzan hasta el umbral de
las
pupilas
amantes negros
ahuyentan a los perros enfurecidos
es la hecatombe de la lujuria
que se agita detrás de los rostros
demudados
con paso tranquilo
amantes policromos se cruzan en la alameda
de la
angustia
en su alcándara
el espectador perfecto estudia impasible
las señales
de vértigo
el fuego latente de las vírgenes
el semblante inmaculado de las puertas
una voz se entreabre para mostrar su oscuro
deseo
el amante negro sube las escaleras
arrebatado por
la danza frenética
las ventanas se cierran
silencio de la noche de la carne
los desconocidos se estrechan la mano
una conversación interminable descansa en
el
extremo límite de la sombra
desde la fría pupila los gimnastas ruedan
por las
escaleras destrozadas
¿cómo llegar hasta lo que de ti no se ve?
¿cómo hacer brotar el deseo ardiente de tu
carne
entreabierta?
a sus pies
los perros enfurecidos ladran
ojos implacables
en ellos se pierde el lenguaje de los
deseos
el ahorcado se balancea al eco de los
ladridos
buenas noches
todo termina
los perros aterrados huyen del horizonte
ardiente y
líquido
palidece el vigor
de los brazos ávidos
una noche tranquila para el desconocido que
se
aleja
una noche de olvido negro.
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