5 de marzo de 2016

Poesía y generaciones, Ariel Canzani

POESÍA Y GENERACIONES

Padecemos hoy, en Argentina, una lúes inacabable de criticas de “críticos consagrados”, dedicadas a menear el sonsonete de las generaciones literarias.
Se escriben largos libros, largas notas, largas imbecilidades  que a huelen a minusvalías viscerales, donde nos endosan, a nosotros, los nuevos, los ignorantes, los que no sabemos de 1810, ni del Club del Progreso ni del grupo “Martín Fierro", ni de Irigoyen, ni de las generaciones del 22, 2.3, 24, 25, 26, 27, 28, 29, 30, 31, 32, 33, 34, 35, 36, 37, 38, 39, 40 y así hasta no terminar (hemos de llegar a ver, estamos seguros, que en su afán de clasificarnos meticulosamente dividirán las generaciones por meses) la generación que ya nos pertenece y  la que pertenecerá a nuestros hijos.
Como si ello fuera poco confeccionan largas citas de revistas boletines cuya duración fue de un número (la mayoría de las veces abortivo), con nombres, fechas, título del manifiesto, y nos las arrojan como testimonio (¿de qué?), consiguiendo con ello sumergidos más en el desconsuelo y en el desconcierto por lo vacías y ridículas.
Comprendemos que tal vez. todo ello tenga una explicación (por suerte hemos dejado ser niños tontos hace tiempo, verdad que olvidan, como también olvidan que conocemos y vamos Europa, Asia y África, como si viajáramos de ,nuestras casas al centro, y sabemos perfectamente la calidad empleada por los críticos para confeccionar sus ensayos poéticos) pues esas interminables listas sirven para quedar bien con tutti ~y en un determinado momento “quemar" al que molesta sin comprometerse en ninguna dirección, y quedar a salvo con filas de nombres que aplacan la natural egolatría del ser. . .
Ahora bien, dejando de lado esos “necesarios” libros, ensayos, artículos, sobre las generaciones, nos preguntamos: ¿Y el poeta, el creador, el que plasma, atrapa el duende, el misterio que llamamos poesía, cuándo el crítico lo desnudará totalmente, en su intimidad de hombre y de poeta? ¿Cuándo lo mostrará en toda su bondad de creador?
En Europa, cuando se dice Stefan George, Rilke, Valery, Montale, Aleixandre, Guillén, Eliot, Pound (así como en América se dice Vallejo, Neruda, Paz) se husmea, como ridículo sabueso sin olfato, en su generación, o simplemente el crítico se sumerge con todas sus armas en
la vida y en la obra -¡en la 0bra!- del poeta, y luego de ello obtiene conclusiones a lo Valery Larbau, a lo Petersen, a lo Vossler, a lo Cohen, que le permitirán construir a posteriori teorías generacionales.
Pensamos, estamos convencidos que, como de costumbre, nuestros críticos tergiversan exprofeso el nudo del problema y las teorías de los críticos-sabios mencionados (¿para evadir la responsabilidad que les corresponde?), dando lugar así al nacimiento de esos engendros, de esos monstruitos sin sentido de las generaciones por meses, de poetas enumerados en listas sin final, que al final terminan peleándose por tal o cual mes, cambiándose hasta la partida de nacimiento si es necesario, con el afán de figurar en una determinada generación de “genios” (¿de genios?) inventada por la sesuda crítica que cree guiarnos, dándose por primera vez, en nuestro país, y en la historia de la literatura del mundo, el caso de que por ósmosis todos los que pertenecen a una determinada fecha generacional aspiran a pasar a ser los “prototipos” que nosotros los nuevos hemos de seguir (cómico, ¿no?).
Todo esto es tan ridículo, tan de pobres, que dan ganas de vomitar lo comido durante toda la vida. Es increíble que hombres grandes (críticos y poetas se llaman) jueguen a ese jueguito de fechas colmado de miseria espiritual.
Volvemos a interrogarnos: Algún día hablarán de los poetas, de aquellos que han plasmado “su” poética. ¿Nos dirán de su mundo, de su vida de hombres, de su poesía explotante de poesía, de su moral cotidiana en un país donde la inmoralidad reina cubierta con altisonantes
palabras?; sin mencionarnos, con sorna desprovista de originalidad, si usan la enciclopedia británica, o fueron a la escuela moderna, si han colaborado en páginas dominicales de diarios amarillos o verdes, o se han inspirado “mirando a Europa”, y cien slogans más repetidos por cerebros con diarrea, incapaces de criticar, hasta en las comas, la obra, la esencia del poema, no de cientos de poema so poetas, sino de uno, de solamente uno, de simplemente uno.
Los nuevos, por ahora, queremos saber cuáles son los poetas, los que viven y en las cuales podamos creer por su moral y por su iluminación queremos saber de aquellos que están a la vanguardia de “algo” , los que han estado en adelanto con su tiempo (no el tiempo del mundo, que tal vez sea mucho pedir, sino con el tiempo de argentina), los prototipos, los que han cambiado el idioma incorporándole nuevas palabras y giros que luego el hombre cotidiano adopta y canta (no queremos pecar de eruditos dando nombres de poetas del mundo que han realizado todo esto), a partir de allí admiraremos a la crítica “rectora”, y tal vez podamos crear y creer generaciones, no como ahora, que nos reímos, desde os tobillos para arriba, ante tanta farsa.
Nuestra tierra, tan hermosa, pululante de andróginos y sátrapas y también -¿por qué no?- de poetas y seres de los cuales es necesario hablar, olvidándonos a que generación o degeneración pertenecen o han pertenecido, espera esa crítica honesta que críticos honestos deben realizar para nosotros, los nuevos, los que buscamos derroteros (que nos gustaría a rabiar fueran americanos) y no listas generacionales enumeradas por mes de nacimiento que nada nos dicen.
El resto, por ahora (se tienen que dar cuenta), no puede interesarnos; hoy, sencillamente, queremos que nos presenten libros y ensayos donde nos desnuden al poeta y al poema en su iluminada construcción.

Océano Atlántico, agosto de 1964

Ariel Canzani 

Cormoran y Delfín, Año 1, Viaje N° 4, Noviembre de 1964

De Una década de testimonio y desmistificación  en la literatura Argentina Cormoran y Delfín 1963 / 1973 EDICIONES DEAD WEIGHT

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