AH, ESTA TARDE ENCENDIDA...
Ah, esta tarde encendida, amigos, esta tarde,
de un oro vegetal iluminada toda
y toda penetrada de la gracia celeste
qué dulce, ah, qué dulce! entre el follaje frágil:
lluvia pálida o fluido casi primaveral con una muy
secreta y fragante nostalgia de alma. Luz celeste y sensible mirando entre la
irradiación de la muerte suntuosa.
. . . Fue en Abril, sí, en Abril, en los primeros días en
que empieza a reinar un orden aún tierno en las cosas. Venía distraído. De
pronto al volver de una esquina suburbana aquel árbol
me sorprendió con una presencia tan perfecta, tan
acabada, que, en un milagro hube de creer. Parecía
destacado con un equilibrio, un ritmo, del todo musical,
en la plenitud grave y frágil de sus formas. Y todo al
punto se ordenó en torno de él en una paz que hubiera madurado el sensible
pensamiento latente ya del mediodía.
Juan L. Ortiz
De El ángel inclinado (1937)
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