24 de junio de 2015

Ah, esta tarde encendida, Juan L. Ortiz


AH, ESTA TARDE ENCENDIDA...

Ah, esta tarde encendida, amigos, esta tarde,
de un oro vegetal iluminada toda
y toda penetrada de la gracia celeste
qué dulce, ah, qué dulce! entre el follaje frágil:
lluvia pálida o fluido casi primaveral con una muy secreta y fragante nostalgia de alma. Luz celeste y sensible mirando entre la irradiación de la muerte suntuosa.
. . . Fue en Abril, sí, en Abril, en los primeros días en que empieza a reinar un orden aún tierno en las cosas. Venía distraído. De pronto al volver de una esquina suburbana aquel árbol
me sorprendió con una presencia tan perfecta, tan acabada,  que,  en un milagro hube de creer. Parecía destacado con un equilibrio, un ritmo, del todo musical,
en la plenitud grave y frágil de sus formas. Y todo al punto se ordenó en torno de él en una paz que hubiera madurado el sensible pensamiento latente ya del mediodía.


Juan L. Ortiz

De El ángel inclinado (1937)

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