30 de junio de 2019

Canción del animal perdido, Antonio Esteban Agüero


CANCION DEL ANIMAL PERDIDO

Ya navego la sangre hacia raíces.
Quiero buscar el animal perdido.

Más allá de la sombra la navego,
mientras siembra cigarras el estío.

Hacia fuentes oscuras la navego
para buscar el animal perdido;

¿Dónde el mono que fuí? ¿Dónde la abeja?
¿Dónde están la pantera y el colmillo?

¿Dónde el ave que fuí cuando tenía
alas en hombro y cenital instinto?

Para ser en el Sol este verano,
casado a su Luz por el ombligo.

Y escapar de la sal y la ceniza
quiero buscar el animal perdido.

Antonio Esteban Agüero
De Canciones para la voz humana. Edición de María Rosa Romanella de Agüero diciembre de 1973

29 de junio de 2019

Canción del para qué de las máquinas, Antonio Esteban Agüero


Canción del para qué de las máquinas, Antonio Esteban Agüero



Las máquinas existen

para que el pan,

el vino,

y el pez

se multipliquen.



Para que Tú me escuches,

y Yo te mire,

detrás de las fronteras

sobre cl último límite.



Y la música sea

la quo ordene países.



Y la mano del hombre

con pulgar oponible,

dibujo en la materia

el rostro de los sueños

y ensueños increíbles.



Y el Cielo con la Tierra

de nuevo se mariden.



Y los salvajes vientos,

con sus pájaros libres,

recorran nuevamente

los páramos de pronto

vestidos de jardines.



Las máquinas existen

para que el mundo sea

la estrella de hermosura

que los antiguos dicen.



Y la unidad se cumpla

y la paz se realice.



Las máquinas existen

para que un día Lázaro

otra vez resucite…



Antonio Esteban Agüero

De Canciones para la voz humana. Edición de María Rosa Romanella de Agüero diciembre de 1973


28 de junio de 2019

Canción de la aldea China, Antonio Esteban Agüero


CANCION DE LA ALDEA CHINA

Hay en China una aldea
que tiene quinientos habitantes
y trescientos poetas.

Campanas de gallos
los despiertan
y salen con el alba
a cumplir sus tareas.

Con martillos,
con hoces,
con alegres tractores,
con azada y tijera
cultivan los predios comunales,
aran, siembran,
educan las raíces,
desmalezan,
disciplinan el curso de la savia,
y visitan las flores, una a una
como claras abejas.

No son campesinos,
son poetas,
no son proletarios,
son poetas,
no son comerciantes,
son todos poetas
que cultivan el trigo para todos,
y el maíz para todos,
y el arroz para todos
con sus manos humanas enguantadas
de divina paciencia.

Se llaman Lo F ei,
Chang Tu-Hsiu, Chu Hsi,
Yeh Ting, Sung Yu,
tienen nombres de pájaros,
apellidos de estrellas,
sobrenombres de arroyos y colinas,
que en el aire resuenan
como silabas dichas por tambores,
pronunciadas por cuerdas,
murmuradas por flautas increíbles.

Por la tarde
regresan
la fatiga en el hombro,
el sudor en la piel como otra blusa,
en el pecho: poemas.

Si yo fuese gaviota,
o golondrina de alas negras,
cruzaría el Atlántico,
el Sahara de arena,
los tifones del Indico
y una tarde llegaría a la aldea
que tiene quinientos habitantes
y trescientos poetas.

Si yo fuese quirquincho
cavaria la tierra
del jardín de mi casa entre rosales
con uñas frenéticas
trepanando una loca galería,
perforando la piedra,
los muros de lava que contienen
las sísmicas hogueras,
y una tarde el quirquincho americano
llegaría a la aldea
que tiene quinientos habitantes
y trescientos poetas.

Antonio Esteban Agüero
De Canciones para la voz humana. Edición de María Rosa Romanella de Agüero diciembre de 1973

27 de junio de 2019

Canción del para que de las máquinas, Antonio Esteban Agüero


CANCION DEL PARA QUE DE LAS MAQUINAS

Las máquinas existen
para que el pan,
el vino,
y el pez
se multipliquen.

Para que Tú me escuches,
y Yo te mire,
detrás de las fronteras
sobre cl último límite.

Y la música sea
la quo ordene países.

Y la mano del hombre
con pulgar oponible,
dibujo en la materia
el rostro de los sueños
y ensueños increíbles.

Y el Cielo con la Tierra
de nuevo se mariden.

Y los salvajes vientos,
con sus pájaros libres,
recorran nuevamente
los páramos de pronto
vestidos de jardines.

Las máquinas existen
para que el mundo sea
la estrella de hermosura
que los antiguos dicen.

Y la unidad se cumpla
y la paz se realice.

Las máquinas existen
para que un día Lázaro
otra vez resucite…

Antonio Esteban Agüero
De Canciones para la voz humana. Edición de María Rosa Romanella de Agüero diciembre de 1973