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23 de junio de 2016

La acción subversiva de la poesía, Aldo Pellegrini

La acción subversiva de la poesía



“Hay una fuerza en el hombre, proveniente del simple hecho de vivir, que condiciona su destino de modo fatal. Esta fuerza se vuelve visible a cada momento a través de las manifestaciones del amor, que tiende a trascender del individuo en una comunión con el todo, tiene sus propias leyes irreductibles a los esquemas racionales.
La poesía aparece como expresión de ese impulso hacia el cumplimiento de un destino vital, y la fatalidad de ese destino se revela en la poesía como un hecho indiscutible. La poesía no es, por consiguiente, un lujo o un divertimiento, sino una necesidad, del mismo modo que lo es el amor. Todas las otras necesidades, aun las más perentorias, están subordinadas a esos dos, que en definitiva son los dos aspectos de una misma energía primordial que le confiere su verdadero sentido a la vida. Si penetramos profundamente en el significado del viejo refrán “No sólo de pan vive el hombre” comprobaremos que la lúcida sabiduría popular llega a una convicción análoga.
Prescindir de la poesía equivaldría a renunciar a la vida.
Considerado así, lo poético no reside sólo en la palabra; es una manera de actuar, una manera de estar en el mundo y convivir con los seres y las cosas. El lenguaje poético en sus distintas formas (forma plástica, forma verbal, forma musical) no hace más que objetar de un modo comunicable, mediante los signos propios de cada lenguaje particular, esa fuerza expansiva de lo vital. Como consecuencia, el mundo poético está en todos, en la medida en que cada hombre es un ser integral.
La clara consigna de Lautréamont, “La poesía debe ser hecha por todos“, no tiene otro sentido.
Aquel que ignora la poesía es un mutilado, tal como lo es aquel que ignora el amor.
La última afirmación podría sugerirnos la idea de que vivimos en un mundo de mutilados, pero no es así: lo que habitualmente encontramos no es la falta de impulso poético sino su represión. Y está reprimido porque vivir hacia lo ilimitado, como exige la poesía, es decir, vivir en la dimensión total, no resulta conveniente para las fuerzas opresoras que dominan el mundo. Aceptar ese modo de vivir significaría prestarle al hombre un carácter casi divino, lo que no interesa a los detentadores del poder, que prefieren considerar al hombre como un objeto, como algo inmóvil y sin dimensión. Para anular a la poesía se ha creado toda una organización de falso pudor, parecida a la que existe para limitar la extensión del amor. Por el crimen de pornografía se condena al amor sin trabas. Parecida
condena de pornografía amenaza a la poesía auténtica, sin trabas. Los dos procesos que abren el camino de la libertad, de la aventura, de lo imprevisto y de la exaltación, se ven constreñidos a la categoría de parias sociales. Abierto el camino de la libertad por la poesía, se establece automáticamente su acción subversiva. La poesía se convierte entonces en instrumento de lucha en pro de una condición humana en consonancia con las aspiraciones totales del hombre. Ceder a la exigencia de la poesía significa romper las ataduras creadas por el mundo cerrado de lo convencional.
Esta función de ruptura no pasa inadvertida para quienes aspiran a una convivencia basada en la sumisión. Tampoco pasa inadvertida la importancia, la verdadera necesidad de la poesía como factor de expresión vital. La solución contemporánea de estos dos problemas la logran los detentadores del poder domesticando a los poetas, volviéndolos inofensivos, para que ofrezcan un producto falsificado o desnaturalizado que con el título de poesía reciba los honores oficiales, las prebendas. Así se logra un alimento sustitutivo de la pasión poética, que puede designarse con el nombre de poesía “oficial” y que es la negación total de la poesía. Así se alcanza el ideal de los
carceleros: lanzar a los poetas contra la poesía.
Por este mecanismo de sustitución, el verdadero poeta queda fuera de la ley, y para darle a su engañifa características de consenso, los carceleros someten a los poetas a la repulsa de la opinión pública. Los detentadores del poder fabrican la llamada opinión pública, y ésta actúa dócilmente en defensa de los intereses que propician la sumisión. La opinión pública es la opinión de los hombres sin opinión, y éstos condenan la poesía. En el momento en que la poesía es colocada fuera de la ley aparece como consecuencia ineludible la figura del poeta repudiado: la poesía se vuelve maldita.
No todos los poetas ceden a la presión del poder y de la opinión pública. Dante, Villon, Blake, Rimbaud, Lautréamont, Artaud, agitaron en una u otra forma el látigo liberador. Pero hay poetas que se rinden, que claudican, y esta claudicación se obtiene a veces por los medios más indirectos.
Uno de los medios indirectos de sumisión, en el que caen a menudo verdaderos poetas es el esteticismo. El arte por el arte significa siempre un arte sometido, que rehúye el peligro y busca el calor de los aplausos.
Pero esto no quiere decir que la acción subversiva de la poesía se realice mediante el tratamiento directo de los temas de subversión. No necesita por ejemplo, cantar a la libertad (palabra degradada por los falsarios de todos los colores) pues cantar a la libertad ha demostrado ser uno de los recursos de los propiciadores de la esclavitud.
La libertad vive en la poesía misma, en su manera de expandirse sin trabas, en su poder explosivo.
Está implícita en el acto de la creación, en ese modo de surgir de las zonas del espíritu donde reina la insumisión, donde es libre en todas las dimensiones.
Libre de los esquemas de la razón, libre de las normas sociales, libre de las prohibiciones, libre de los prejuicios, libre de los cánones, libre del miedo, libre de las rigideces morales, libre de los dogmas, libre de sí misma.
En esa zona del espíritu vive la experiencia milenaria de la especie, vive el sentido del hombre, se forman los deseos y las formas impulsoras de la dinámica vital. Allí se establece el vínculo real con el mundo a través de la única vía libre que lleva al universo todo.
En esa zona se gesta el milagro, nace la excepción. La poesía tiene allí su imperio, y allí están las fuentes de la imaginación creadora que participa con las potencias del amor en la construcción del ser auténtico, que cuando se lo percibe dentro de sí determina la aparición de un orgullo silencioso y secreto, un orgullo que toma frecuentemente la apariencia de la humildad, y que es patrimonio casi exclusivo, en su monstruosa magnitud, de los santos y de los poetas.
La acción subversiva se manifiesta al ofrecernos la poesía la imagen de un universo en metamorfosis en oposición al universo rígido que nos imponen las conversaciones. La imagen poética en todas sus formas actúa como desintegradora de ese mundo convencional, nos muestra su fragilidad y su artificio, lo sustituye por otro palpitante y viviente que responde al deseo del hombre. Por eso la poesía auténtica degrada a quienes aspiran a existir en un medio dominado por la quietud, un medio pasivo, sin riesgos y sin imprevistos. Ese medio es un esquema irreal, abstracto, desvitalizado; es el falso mundo de la seguridad, que se parece más a un mundo de fantasmas que las más desaforadas creaciones de la imaginación poética. Para completar la paradoja, los defensores de ese mundo irreal se llaman a sí mismos, realistas.
Una actitud disconformista señala el paso inicial que dirige al hombre hacia el centro de acción de la poesía. El poeta se coloca frente a la sociedad aceptada y manejada por los conformistas. La maquinaria social al servicio de una organización deshumanizada reduce a los hombres a números, y cierra todos los caminos. Los que sueñan con el poder, cualquiera que fuere el mecanismo de éste (el dinero, la fuerza, el soborno, el chantaje, la política, el terror) tienden a reducir la conciencia de los hombres a cero. El mundo se convierte así en un reducto sin puertas ni ventanas, domine el patrón oro, o domine la burocracia. La poesía abre puertas y ventanas tanto hacia afuera, hacia el mundo, como hacia adentro, hacia el hombre.
Pero indudablemente la poesía, al introducirnos en el misterio de lo real, nos descubre una vasta zona de peligro, una región inquietante y turbadora. Muchas veces lo poético toma la forma de un acto de violenta provocación y aparece como antipoético, como negador de la creación.
Cuando Marcel Duchamp expuso una rueda de bicicleta o un portabotellas con la pretensión de que constituyesen obras de arte, realizó un acto poético del más alto valor subversivo. Lo mismo Rimbaud, al renunciar a la poesía, lleva a su extremo límite la actitud subversiva del poeta. La insumisión alcanza ese límite extremo en el momento en que proclama la negación de la poesía, y ese momento aparece cuando la poesía está seriamente amenazada de domesticidad. Así, lo antipoético se convierte en el valor supremo de subversión y en el mecanismo utilizado por los
verdaderos poetas en defensa de la poesía en peligro, para reconquistar su fuerza liberadora.
Mediante lo antipoético, se retorna al punto cero, en contacto con la fuente originaria, con el fuego central.
En el proceso utilizado para domesticar a los poetas, el aplauso, el consenso elogioso, la popularidad, son los factores más peligrosos.
El poeta que sucumbe a la tormenta de los aplausos debe pensar que los imbéciles, que forman la gran masa de los llamados entendidos, no se equivocan nunca: sólo aclaman lo inofensivo.
El poeta debe desconfiar de ese aplauso, de ese elogio unánime, con el que fabrican las rejas de su prisión. Por eso Breton lanzó un alerta lúcido a los poetas al decir: “La aprobación del público debe rehuirse por encima de todo”. Pues un poeta domesticado por el elogio tiene más valor para los predicadores de la sumisión que los inocentes versificadores que ellos presentan como sustituto. El poeta domesticado se convierte en ejemplo de la inutilidad de ser libre. Como el león domesticado, es una caricatura grotesca de un gran señor de la libertad, y sus rugidos adquieren entonces acentos de canto de ruiseñor.
No es la confortable y estéril placidez de los parques artificiales la que conviene al poeta; su poder combativo y creador se exalta en la sorda lucha de la selva, y para el poeta de hoy la selva ha encontrado residencia en las grandes metrópolis, donde brotan del suelo gigantescos rascacielos, donde la vida se ve vuelta en la mañana inextricable y despiadada de un mundo mecanizado, y hombres-serpientes y hombres-chacales pululan por las calles.
El humor es el elemento que provee a la poesía de su mayor virulencia. Acerado como la luz, el humor se constituye en la vanguardia combativa en pro de la autenticidad del ser. Con su filo luminoso corta la oscuridad, y aporta el fuego que consume lo muerto y reanima lo vivo. Contiene el feroz deseo del hombre en su virtualidad renovadora, que corroe el mundo de lo inmóvil y lo opaco.
Latente o concreta, la subversión contenida en la poesía auténtica no ofrece dudas; pero la poesía no se reduce a un acto negativo puro: contemporáneamente a su acción provocadora afirma su fe en un mundo mejor que responda a la íntima realidad del hombre. Por eso sostiene una posición de recuperación de todos los antiguos mitos que ofrecen salida al desamparo: el mito del paraíso terrenal, el mito de la edad de oro. La poesía cree en esos mitos así como cree en la fuerza todopoderosa del amor. En esa común pasión coinciden los poetas con los fundadores de religiones.
Esa es la causa por la que El sermón de la montaña se reúne con Así hablaba Zarathustra en la misma defensa del hombre. También los poetas hacen suya la memoria de los mártires que buscaron cambiar la condición humana, pues las torturas infligidas a los santos, a los revolucionarios y a los poetas, tienen todas el mismo significado de persecución del espíritu poético, de aniquilación del hombre que no se resigna a un destino sórdido. En una misma veneración se engloba a Jesucristo, Giordano Bruno, el obrero-poeta Bartolomeo Vanzetti y Antonin Artaud.
En una época como la actual, en la que la poesía tiende a la domesticación por los más variados mecanismos en los más variados regímenes sociales, los poetas auténticos se encuentran siempre alertas, aunque estén reducidos a la soledad o compelidos por la fuerza y el terror.
De pronto aparecen los Vosnesensky, los Evtuchenko para recordar los derechos inalienables del hombre. Estamos próximos al momento en que la revolución en defensa del hombre se desarrollará en el plano de lo poético.

Buenos Aires, 1965

Aldo Pellegrini

Ensayo publicado en: A. Pellegrini. Para contribuir a la confusión general.

Ediciones Nueva Buenos Aires, 1965 

22 de junio de 2016

Invocación al nombre, Aldo Pellegrini

INVOCACIÓN AL NOMBRE

Oruga y nombre
nombre y nombre
un detestado frío el gemido corrige el atardecer
un falso reproche para niños indecisos
el vientre imperceptible un pie amanece
una noche olvidada ojos de asombro
y un corazón caído inmenso inmenso

Helada noche
helada
un cielo bárbaro sacude su granizo
un temblor ojos de asombro
tierra confusa la sangre que regresa y una flor callada

Ahí tu nombre nombre inmenso
inmenso
tu detestado nombre inmenso
las arterias recorren el silencio
arde la boca callada muy cerca está el desierto
palpita la tarde una imposible tarde tibia
y un ruido se acerca en busca de sentido
y ahí tu nombre nombre inmenso
que nadie pronuncia
toda boca está callada

Adónde vas pájaro un nuevo amor se quiebra
hasta el menor contacto se derrumba
tampoco sabes ver acaso palpas
el viento como una voz que arde
un país confuso donde nadie espera

Un ojo impasible te detiene
nombre o número cedes el paso a las hogueras
una mano se posa sobre el seno
la desnudez se tiende en lo invisible.

Aldo Pellegrini de Distribución del Silencio (1966)


21 de junio de 2016

Sobre lo que ha de nacer, Aldo Pellegrini

SOBRE LO QUE HA DE NACER

Hechizo de la sed sol despiadado y luego niebla
o más bien una noche cerrada en la que se habla despacio
con voz palpable llena de islas sombrías.
con bandadas de aves migratorias que desgarran las
       tormentas
y vuelan con un clamor incesante que hace florecer lo
       oscuro
Sí  no levantéis la voz sedientos es la época de las barcas
       violentas
de los remos atormentados y los puertos taciturnos
es la época en que un hombre nuevo está por nacer
y se instalará en el centro del furor de los mares
un hombre que destrozará la pesadilla submarina que nos
        ahoga
para iniciar la era en que ya nada tarde
en que la luz dance las hordas de ceniza se domestiquen
y el roce de un ala haga despertar la boca
que no usa sonido ni lenguaje pero que sabe
llevar hartura a los hambrientos
De la estirpe de los miserables nacerá un hombre nuevo
         y el agua del mar
se hará potable para apaciguar la sed corrosiva de los
         náufragos
con el diamante de los gemidos construirá un amor
         verdadero
y toda noche prolongará el secreto sabor del día.


Aldo Pellegrini de Distribución del Silencio (1966)

20 de junio de 2016

Grita sus torres la ciudad, Alejandro Nicotra

Alejandro Nicotra y Rafael Horacio Lòpez


GRITA SUS TORRES LA CIUDAD

Grita sus torres la ciudad,
no para mí.
Yo muero a solas en un bar,
muero y resucito:

rodeo de palabras el silencio,
establezco un espacio
donde caben tus ojos y mi muerte.

Allí nos esperamos.

A orillas del silencio y las palabras,
entre los gritos altos de la ciudad,
mi vida se confirma y se deshace
en un cuerpo de humo.

Alejandro Nicotra
De La Tarea a cumplir
Selección y prólogo de Ricardo Herrera

Colección Fénix. Editorial Brujas (2014)

19 de junio de 2016

Ella estará de pie en la luz, Alejandro Nicotra

Ella estará de pie en la luz

Ella estará de pie, en la luz,
igual a una estatua con paloma en el hombro
-la paloma del perdón y el deseo-
pero una muchacha, no más, para los otros.

Como el alba, habrá venido
de un temblor de la sombra o los párpados.

Entonces el hombre no clamará a ningún ángel
ni temerá a ningún fuego en su noche.
Tampoco pedirá el cielo a las ventanas.

Todos los dones colmará esa visita.

Y al fin el sabrá decir adiós,
los labios muy cerca de la cabeza esperada,
cuando ella se incline sobre sus ojos.
Ella estará de pie en la luz


Ella estará de pie, en la luz,
igual a una estatua con paloma en el hombro
-la paloma del perdón y el deseo-
pero una muchacha, no más,para los otros.

Como el alba, habrá venido
de un temblor de la sombra o los párpados.

Entonces el hombre no clamará a ningún ángel
ni temerá a ningún fuego en su noche.
Tampoco pedirá el cielo a las ventanas.

Todos los dones colmará esa visita.

Y al fin el sabrá decir adiós,
los labios muy cerca de la cabeza esperada,
cuando ella se incline sobre sus ojos.

Alejandro Nicotra

De Lugar de reunión - Obra poética-1967-2000, Ediciones del Copista,Córdoba, 2004

18 de junio de 2016

La estrella fugaz, Alejandro Nicotra

La estrella fugaz

                              A Alejandro Bekes

No la línea que se cierra en el círculo,
sino la tangente:
            la ventura de la estrella fugaz
que ha rozado la noche
(porque la mente elude toda afirmación,
flotante en lo incierto,
en lo improbable).

Así amaste otra vez su travesía,

por suburbios del cielo.

Alejandro Nicotra

17 de junio de 2016

Alejandro Nicotra leyendo El Espejo de Enrique Banchs

Presentación de la revista Asueto, hojas de poesía. 04/06/2010 en el Centro Cultural Cooperativo de Villa Dolores, Traslasierra, Córdoba, Argentina. Junto a Alejandro Nicotra Gabriela Bayarri


Alejandro Nicotra leyendo El Espejo de Enrique Banchs 


El espejo

Hospitalario y fiel en su reflejo
donde a ser apariencia se acostumbra
el material vivir, está el espejo
como un claro de luna en la penumbra.

Pompa le da en las noches la flotante
claridad de la lámpara, y tristeza
la rosa que en el vaso agonizante
también en él inclina la cabeza.

Si hace doble al dolor, también repite
las cosas que me son jardín del alma.
Y acaso espera que algún día habite

en la ilusión de su azulada calma
el Huésped que le deje reflejadas
frentes juntas y manos enlazadas.

Enrique Banchs

De La Urna (1911)

16 de junio de 2016

Venus, Alejandro Nicotra

Venus

Cuando llegas, nadie te anuncia,
aún oscurece piedra y piedra la tarde
y apaga arriba o halcón o paloma,
sus animales de fuego.

Y los árboles ya son objetos de la noche.

Todo cicatriza, como un párpado;
damos la espalda al cielo.

Pero tú abres puertas,
te instalas y desnudas,
e inicias, en los declives de la sombra
-fijo planeta, rara diosa-,
el esplendor de la mujer y el rocío.

Alejandro Nicotra

15 de junio de 2016

El llamado. Alejandro Nicotra

EL LLAMADO

(Emily Dickinson)


―Llamo a las palabras
como a los pájaros en el jardín,
ofreciéndoles
agua y pan de un silencio,
que se parece a mi vida.

Ellas vendrán,
si vienen, a decir su aleteo,
su trino alegre o lúgubre
en torno a mi mano:

para que yo sepa, de verdad, escuchándolas,
cuál ha sido la ofrenda.



ALEJANDRO NICOTRA

14 de junio de 2016

En uno y otro día, Alejandro Nicotra


Alejandro Nicotra, Osvaldo Guevara y Teresa Gòmez Atala


EN UNO Y OTRO DÍA


Y ahí, el panorama de la gran ciudad
donde caminan los perdidos, nosotros,
los que creyeron que hallarían
casa, oficio, nombre.

Ahora, ¿en dónde te pondremos,
antigua imagen,
pasión de nuestras vidas inútiles,
hermosa y sucia como un vicio?

Resistirás,
sin embargo.

Alimentada de muerte
en uno y otro día,
aunque quisiéramos,
ninguno te podrá abandonar.


Alejandro Nicotra

13 de junio de 2016

Memoria, Vicente Aleixandre

MEMORIA

Un bosque de veleros
Te he preguntado si vivías
El viaje si vieras qué lisura
sobre el brazo lejísimos al frente
Horizonte horizonte
Te he mentido
porque hay curvas Muchas
Escúchame Mi nombre es azucena
No humedezco los dientes que pronuncian
aunque un viento de luz cierre los ojos
roce la delgadez que los defiende
Escucha escucha. Soy la luz perdida
que lapidan las aguas en el fondo
Soy tu memoria muerta por los trópicos
donde peces de acero sólido te imitan


Vicente Aleixandre de Espadas como labios, M., Espasa-Calpe, 1932.

12 de junio de 2016

Silencio, Vicente Aleixandre

SILENCIO

Bajo el sollozo un jardín no mojado
Oh pájaros los cantos los plumajes
Esta lírica mano azul sin sueño.
Del tamaño de un ave unos labios. No escucho
El paisaje es la risa. Dos cinturas amándose.
Los árboles en sombra segregan voz Silencio
Así repaso niebla o plata dura
beso en la frente lírica agua sola
agua de nieve corazón o urna
vaticinio de besos ¡oh cabida!
donde ya mis oídos no escucharon
los pasos en la arena o luz o sombra
 
Vicente Aleixandre de Espadas como labios, Madrid,  Espasa-Calpe, 1932.


11 de junio de 2016

Nacimiento último, Vicente Aleixandre

NACIMIENTO ÚLTIMO

Para final esta actitud alerta
Alerta alerta alerta
Estoy despierto o hermoso Soy el sol o la respuesta
Soy esa tierra alegre que no regatea su reflejo
Cuando nace el día se oyen pregones o júbilos
Insensato el abismo ha insistido toda la noche
Pero esta alegre compañía del aire
esta iluminación de recuerdos que se ha iluminado como una atmósfera
ha permitido respirar a los bichitos más miserables
a las mismas moléculas convertidas en luz o en huellas de las pisadas
A mi paso he cantado porque he dominado el horizonte
Porque por encima de él -más lejos más porque yo soy altísimo
he visto el mar la mar los mares los no-límites
Soy alto como una juventud que no cesa
¿Adónde va a llegar esa cabeza que ha roto ya tres mil vidrios
esos techos innúmeros que olvidan que fueron carne para convertirse en sordera?
¿Hacia qué cielos o qué suelos van esos ojos no pisados
que tienen como yemas una fecundidad invisible?
¿Hacia qué lutos o desórdenes se hunden ciegas abajo esas manos abandonadas?
¿Qué nubes o qué palmas qué besos o siemprevivas
buscan esa frente esos ojos ese sueño

ese crecimiento que acabará como una muerte recién nacida?


Vicente Aleixandre, de Espadas como labios, Madrid,  Espasa-Calpe, 1932.

10 de junio de 2016

Súplica, Vicente Aleixandre

SÚPLICA

Delgadas lenguas cabelleras rubias
ninfas o peces ríos y la aurora
Sobre el nivel del aire bandas lucen
pájaros plumas nácares o sueño
¡Risa!
Cien fuerzas cien estelas cien latidos
un mundo entre las manos o la frente
una senda o jirafas de blancura
un oriente de perlas sobre el labio
todo un sentir a ritmo azul el' cielo

Dicha dicha navío por el brazo
por la más difícil coyuntura
por donde si aplicamos el oído
se oye el rumor de la caricia extrema
Un dolor muy pequeño si es que existe
es una niña o papel casi traslúcido
pueden verse las venas y el dibujo
pueden verse los besos no emergidos

Ríos peces estrellas puntas ansia
todo transcurre -mármol y sonidos
sordas esteras pasan clausurando
esa delgada voz de corazones



Vicente Aleixandre de Espadas como labios, Madrid,  Espasa-Calpe, 1932.

9 de junio de 2016

Toro, Vicente Aleixandre

TORO

Esa mentira o casta
aquí mastines pronto paloma vuela salta toro
toro de luna o miel que no despega
aquí pronto escapad escapad sólo quiero
sólo quiero los bordes de la lucha

Oh tú toro hermosísimo piel sorprendida
ciega suavidad como un mar hacia adentro
quietud caricia toro toro de cien poderes
frente a un bosque parado de espanto al borde

Toro o mundo que no
que no muge. Silencio
vastedad de esta hora Cuerno o cielo ostentoso
toro negro que aguanta caricia seda mano
Ternura delicada sobre una piel de mar
mar brillante y caliente anca pujante y dulce
abandono asombroso del bulto que deshace
sus fuerzas casi cósmicas como leche de estrellas

Mano inmensa que cubre celeste toro en tierra


Vicente Aleixandre, de Espadas como labios, Madrid,  Espasa-Calpe, 1932.

8 de junio de 2016

El Vals, Vicente Aleixandre

EL VALS

Eres hermosa como la piedra
oh difunta
oh viva oh viva eres dichosa como la nave
Esta orquesta que agita
mis cuidados como una negligencia
como un elegante biendecir de buen tono
ignora el vello de los pubis
ignora la risa que sale del esternón como una gran batuta
Unas olas de afrecho
un poco de serrín en los ojos
o si acaso en las sienes
o acaso adornado las cabelleras
Unas faldas largas hechas de colas de cocodrilos
Unas lenguas o unas sonrisas hechas con caparazones de cangrejos
Todo lo que está suficientemente visto
no puede sorprender a nadie
Las damas aguardan su momento sentadas sobre una lágrima
disimulando la humedad a fuerza de abanico insistente
Y los caballeros abandonados de sus traseros
quieren atraer todas las miradas a la fuerza hacia sus bigotes
Pero el vals ha llegado
Es una playa sin ondas
es un entrechocar de conchas, de tacones, de espumas o de dentaduras postizas
Es todo lo revuelto que arriba

Pechos exuberantes en bandeja en los brazos
dulces tartas caídas sobre los hombros llorosos
una languidez que revierte
un beso sorprendido en el instante que se hacía «cabello de ángel»
un dulce sí de cristal pintado de verde

Un polvillo de azúcar sobre las frentes
da una blancura cándida a las palabras limadas
y las manos se acortan más redondeadas que nunca
mientras fruncen los vestidos hechos de esparto querido

Las cabezas son nubes la música es una larga goma
las colas de plomo casi vuelan, y el estrépito
se ha convertido en los corazones en oleadas de sangre
en un licor si blanco que sabe a memoria o a cita

Adiós adiós esmeralda amatista o misterio
adiós, como una bola enorme ha llegado el instante
el preciso momento de la desnudez cabeza abajo
cuando los vellos van a pinchar los labios obscenos que saben

Es el instante el momento de decir la palabra que estalla
el momento en que los vestidos se convertirán en aves
las ventanas en gritos
las luces en socorro
y ese beso que estaba (en el rincón) entre dos bocas
se convertirá en una espina
que dispensará la muerte diciendo:
Yo os amo


Vicente Aleixandre, de Espadas como labios, Madrid,  Espasa-Calpe, 1932.


7 de junio de 2016

En el fondo del pozo, Vicente Aleixandre

EN EL FONDO DEL POZO

Allá en el fondo del pozo donde las florecillas
donde las lindas margaritas no vacilan
donde no hay viento o perfume de hombre
donde jamás el mar impone su amenaza
allí allí está quedo ese silencio
hecho como un rumor ahogado con un puño

Si una abeja si un ave voladora
si ese error que no se espera nunca
se produce
el frío permanece
El sueño en vertical hundió la tierra
y ya el aire está libre

Acaso una voz una mano ya suelta
un impulso hacia arriba aspira a luna
a calma a tibieza a ese veneno
de una almohada en la boca que se ahoga
¡Pero dormir es tan sereno siempre!
Sobre el frío sobre el hielo sobre una sombra de mejilla
sobre una palabra yerta y más ya ida
sobre la misma tierra siempre virgen

Una tabla en el fondo oh pozo un número
esa lisura ilustre que comprueba
que una espalda es contacto es frío seco,
es sueño siempre aunque la frente esté cerrada

Pueden pasar ya nubes Nadie sabe.
Ese clamor ¿Existen las campanas?
Recuerdo que el color blanco o las formas
recuerdo que los labios sí hasta hablaban

Era el tiempo caliente -Luz inmólame-
Era entonces cuando el relámpago de pronto
quedaba suspendido hecho de hierro
Tiempo de los suspiros o de adórame
cuando nunca las aves perdían plumas

Tiempo de suavidad y permanencia
Los galopes no daban en el pecho
no quedaban los cascos, no eran cera
Las lágrimas rodaban como besos
Y en el oído el eco era ya sólido

Así la eternidad era el minuto
El tiempo sólo una tremenda mano
sobre el cabello largo detenida
Oh sí, en este hondo silencio o humedades
bajo las siete capas de cielo azul yo ignoro
la música cuajada en hielo súbito
la garganta que se derrumba sobre los ojos
la íntima onda que se anega sobre los labios
Dormido como una tela
siento crecer la hierba el verde suave
que inútilmente aguarda ser curvado
Una mano de acero sobre el césped
un corazón un juguete olvidado
un resorte una lima un beso un vidrio

Una flor de metal que así impasible
chupa de tierra un silencio o memoria



Vicente Aleixandre, de Espadas como labios, Madrid,  Espasa-Calpe, 1932.

6 de junio de 2016

Los ancianos callaban, Horacio Castillo


LOS ANCIANOS CALLABAN

Al pie de la muralla, junto al fuego, los ancianos
callaban.
Miraban a lo lejos las negras nubes y callaban.
Escudriñaban noche y día el mar y callaban.
La arena empezaba a enfriarse, el alma empezaba a
enfriarse,
los pájaros huían hacia el porvenir.
Pero los ancianos callaban, buscaban
el surco de la quilla en el agua y callaban,
miraban llorar la sombra de la encina y callaban,
Se oyó un grito. ¿Qué dicen esas hojas?
Se oyeron alas. ¿Adónde vuelan esas piedras?
Pero los ancianos callaban, oían el lamento
que viene del futuro y callaban,
miraban la bañera ensangrentada entre la maleza y
callaban.
Se oyó un ladrido. ¿A quién llama ese perro?
Se oyeron carros. ¿Adónde llevan esos muertos?
Pero los ancianos callaban, recordaban
el lenguaje bárbaro de la golondrina y callaban,
espantaban el lagarto entre las breñas y callaban,
pensaban en el destino del ruiseñor y callaban, callaban.

Horacio Castillo

De Los Gatos de la Acrópolis (1998)

5 de junio de 2016

Mador, Horacio Castillo

MADOR

I

Cargamos piedras pesadas como murallas, arrastramos
redes llenas de cetáceos,
allá, en una tierra ávida de condenados,
allá donde se eriza bajo la mano el lomo del mundo.
Llevamos un río sobre los hombros al amanecer,
comimos una avena negra, la miel de la locura,
allá, donde nace el embrión de la mirada,
allá donde desova diariamente la mónada del sueño,
allá, en la madriguera del sí y el no,
allá donde tiene diente el ojo, boca el corazón.

II

Y tú, atada todavía al cordón umbilical,
transformas la privación en promesa,
tú, empapada en el sudor de los vivos,
comes en silencio el trigo de los muertos.

III

Tempestades de ojos, vientos de conciencia,
y a lo lejos cantos de cuna.
Oh nunca bastante de tanta esperanza.

IV

Pero de pronto todo se hundió debajo del silencio,
debajo de la lluvia, debajo, debajo,
y al correr la piedra para ver el rostro
brotó de la nada un chorro azul.
Dientes blancos de la alegría, dientes blancos de la
alegría,
y tú, sombra rapada, velando el esplendor.


Horacio Castillo
De Los Gatos de la Acrópolis (1998)

4 de junio de 2016

Tapiz, Horacio Castillo

TAPIZ

Ella alimenta una nube. Mira su mano
apoyada sobre la balaustrada, la carne
emergiendo del terciopelo, el blanco del verde.
Y la otra mano, negligente sobre el bastidor,
donde un hilo de oro urde la trama del sueño.
¿Esa trenza cruzada sobre la cabeza está
prometida? Sus ojos cerrados ¿devuelven
al cielo lo que es del cielo?
                             Al fondo, en la floresta,
vela el unicornio. Su ojo retráctil no se aparta
de la presa, y el cuerno, energía hipnótica,
horada el regazo de la tierra, casi sin consuelo.
Si esa mano, generosa con lo divino, retomara el
   bordado,
si sus párpados, despertando, absolvieran al mundo,
se abriría un sendero hacia el centro de todo
y tendría sentido la frescura de las rosas.

¿Comprendes, Abelone? Yo sé que has comprendido

Horacio Castillo

3 de junio de 2016

El Quejido, Horacio Castillo

EL QUEJIDO

Quejido animal de lo que tiene fin, quejido
de rosa recién abierta, de pájaro cayendo,
quejido de gato escaldado, de apaleado, de empalado,
quejido de cangrejo en el aceite hirviendo,
quejido de buey quejido de himen, quejido de rama,
   quejido de fruto,
quejido de hueso quebrándose, de última mirada,
quejido de cuaderna, de varenga, quejido de cripta,
quejido de sueño secándose en la piedra,
quejido del azul, quejido del negro, quejido del rojo,
quejido diurno, quejido nocturno, quejido del sí,
   quejido del no,
quejido de virgen en el ojo del unicornio,
quejido de ménade con la pierna amputada,
quejido de lo que es, quejido de lo que no es,
quejido de lo que nació, quejido de lo que murió,
quejido mío, tuyo, quejido de todos, quejido de nadie
   ¡Ay, ay!


Horacio Castillo

De Los gatos de la Acrópolis (1998)

2 de junio de 2016

Los Gatos de la Acrópolis, Horacio Castillo

Los Gatos de la Acrópolis

Cómo tiembla la rama de laurel, cómo tiembla toda la
   morada.
Pero al pie de la columna, a la sombra del mármol,
ellos vigilan. ¿Duermen o sueñan? ¿Están vivos o
   muertos?
Lejos todo lo miserable: el gran Roedor,
el poder que desgasta la materia del mundo,
lejos lo que quita el sueño, la peste de lo que es.
Cómo tiembla la rama de laurel, cómo tiembla toda la
morada.
Pero estáticos, perpendiculares al día,
ellos vigilan. ¿Son momias o espectros? ¿Dioses o
demonios?
Y eras tú, Matador de Ratas, siempre bello y siempre
joven,
tú que sólo te muestras al que es bueno.
Y eras tú, Matador de Ratas, pero no te veíamos,
tú que sólo te muestras al que es puro.
Lejos todo lo miserable, lejos
la alimaña del corazón, la degradación de la belleza,
lejos el diente de la nada. el embrión de lo que no es.
Tiembla nuevamente la rama de laurel, se estremece
toda la morada.
Pero ellos vigilan. Y se detiene el proceso de
corrupción.
Te veremos, Matador de Ratas, te veremos y no
seremos despreciados.

Horacio Castillo

De Los gatos de la Acrópolis (1998)

1 de junio de 2016

Culto, Horacio Castillo

CULTO

Cada vez que llega ante la sepultura
besa la cruz, mueve desconsolada
la cabeza de un lado al otro
y se pone a ordenar silenciosamente las flores.

Va y viene a la canilla cercana,
cambia el agua del cántaro,
y cuida que las hormigas no avancen
sobre ia tierra todavía removida.

Luego recoge lentamente sus cosas,
besa de nuevo hasta mañana la piedra,
y regresa por la soleada avenida
donde siempre canta uno de esos pájaros que cantan
   en los cementerios.

Horacio Castillo

De Materia Acre (1974)

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