Quiero explicar que todos los post que fueron subidos al blog están disponibles a pesar de que no se muestren o se encuentren en la pagina principal. Para buscarlos pueden hacerlo por intermedio de la sección archivo del blog ahi los encuentran por año y meses respectivamente. también por “etiquetas” o "categorías de textos publicados", o bajando por la pagina hasta llegar al último texto que se ve y a la derecha donde dice ENTRADAS ANTIGUAS (Cargar más entradas) dar click ahí y se cargaran un grupo más de entradas. Repetir la operación sucesivamente hasta llegar al primer archivo subido.

INSTRUCCIONES PARA NAVEGAR EN EL BLOG:

El blog tiene más contenidos de los que muestra en su pantalla inicial al abrir la página. En la pantalla principal usted vera 5 entradas o posteos o publicaciones. Al llegar a la última que se muestra puede clickear donde dice ENTRADAS ANTIGUAS verá las 5 entradas, posteos o publicaciones anteriores. Puede seguir así y llegará hasta la primera publicación del blog. A la izquierda en la barra lateral (Sidebar) Usted verá el menú ETIQUETAS. Ahí están ubicadas las categorías de los textos publicados, si usted quiere ver poemas de un determinado autor, busca su nombre, clickea ahí y se le abrirán los trabajos de ese autor, Si no le mostró todo lo referido a esa categoría al llegar al final encontrará que dice ENTRADAS MAS RECIENTES, PÁGINA PRINCIPAL Y ENTRADAS ANTIGUAS. Debe clickear en ENTRADAS ANTIGUAS y le seguirá mostrando mas entradas o post con respecto al tema que busca. A la derecha , se encuentra un BUSCADOR, usted puede ingresar ahí el nombre del poema, o texto, o un verso, o autor que busque y le mostrará en la página principal el material que tenga el blog referido a su búsqueda. Debajo del Buscador del Blog encontramos el Menú ARCHIVO DEL BLOG en el cual se muestran los Títulos de las entradas o textos publicados del mes en curso, como así también una pestaña con los meses anteriores en la cual si usted clickea en ella verá los títulos de las entradas publicadas en determinado mes, si le da clic verá dicha entrada y asi año por año y mes por mes. Puede dejar comentarios en cada entrada del blog clickeando en COMENTARIOS al final de cada entrada. El blog es actualizado periodicamente, pudiendo encontrar nuevos textos, fotografías, poemas, videos, imágenes etc...

Gracias por visitar este lugar.




Mostrando entradas con la etiqueta Antonin Artaud. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Antonin Artaud. Mostrar todas las entradas

28 de septiembre de 2017

El ombligo de los limbos, Antonin Artaud



El ombligo de los limbos


Allí donde otros proponen obras yo no pretendo otra cosa que mostrar mi espíritu.
La vida es un consumirse en preguntas.
No concibo la obra como separada de la vida.
No amo la creación separada. No concibo tampoco el espíritu separado de sí mismo. Cada una de mis obras, cada uno de los planes de mí mismo, cada una de las floraciones heladas de mi vida interior echa su baba sobre mí.
Me reconozco tanto en una carta escrita para explicar el encogimiento íntimo de mi ser y la castración insensata de mi vida, como en un ensayo exterior a mí mismo, y que aparece en mí como un engendro indiferente de mi espíritu.
Sufro que el Espíritu no esté en la vida y que la vida no esté en el Espíritu, sufro del Espírituórgano, del Espíritu-traducción, o del Espírituintimidación- de-las-cosas para hacerlas entrar en el Espíritu.
Yo pongo este libro suspendido en la vida, deseo que sea mordido por las cosas exteriores y antes que nada por todos los sobresaltos en acecho, todas las oscilaciones de mi yo por venir.
Todas estas páginas se arrastran como témpanos en el espíritu. Disculpen mi absoluta libertad. Me rehuso a hacer diferencias entre cada uno de los minutos de mí mismo. No reconozco el espíritu planificado.
Es necesario terminar con el Espíritu como con la literatura. Digo que el Espíritu y la vida se comunican en todos los grados. Yo quisiera hacer un Libro que trastorne a los hombres, que sea como una puerta abierta y que los conduzca donde ellos no habrían jamás consentido llegar, simplemente una puerta enfrentada a la realidad.
Y esto no es un prefacio de un libro como no lo son los poemas que lo jalonan ni la enumeración de todas las furias del malestar.
Esto no es más que un témpano mal tragado.
Un gran fervor pensante y superpoblado llevaba a mi yo como un abismo pleno. Un viento carnal y resonante soplaba, y el azufre mismo era denso.
Y raicillas ínfimas poblaban ese viento como una red de venas y su entrecruzamiento fulguraba.
El espacio era medible y crujiente, pero sin forma penetrable. Y el centro era un mosaico de fragmentos, una especie de duro martillo cósmico, de una pesadez desfigurada, y que recaía sin cesar como un frente en el espacio, pero con un ruido como destilado. Y la  envoltura algodonosa del ruido tenía la instancia obtusa y la penetración de una mirada viva.
Sí, el espacio devolvía su pleno algodón mental donde ningún pensamiento era aún nítido ni restituía su descarga de objetos. Pero, poco a poco, la masa giró como una náusea fangosa y potente, una especie de inmenso influjo de sangre vegetal y retumbante. Y las raicillas que se estremecían en el borde de mi ojo mental, se separaban con una velocidad de vértigo de la masa crispada del viento. Y todo el espacio se estremeció como un sexo que el globo del cielo ardiente saqueaba. Y una especie de pico de paloma real horadó la masa confusa de los estados, todo el pensamiento profundo en ese momento se estratificaba, se resolvía, se hacia transparente y reducido. 
Y nos era necesario entonces una mano que se transformara en el órgano mismo del  prehender.
Y dos o tres veces todavía la masa entera y vegetal giró, y cada vez, mi ojo se reubicaba en una posición más precisa. La oscuridad misma se hacía profusa y sin objeto. El hielo entero ganaba la claridad.




Doctor,
Hay un punto sobre el cual habría querido insistir: es el de la importancia de la cosa sobre la cual actúan sus inyecciones; esta especie de relajamiento esencial de mi ser, esta reducción de mi estiaje mental, que no significa como podría creerse una disminución cualquiera de mi moralidad (de mi alma moral) o siquiera de mi inteligencia, sino más bien de mi intelectualidad utilizable, de mis posibilidades pensantes, y que tiene que ver más con el sentimiento que tengo yo mismo de mi yo, que con los que muestro de él a los demás.
Esta cristalización sorda y multiforme del pensamiento, que encoge en un momento dado su forma. Hay una cristalización inmediata y directa del yo en el centro de todas las formas posibles, de todos los modos del pensamiento.
Y ahora, señor Doctor, que ya está usted bien al tanto de lo que en mí puede ser alcanzado (y curado por las drogas), del punto de litigio de mi vida, espero que sabrá darme la cantidad de líquidos sutiles, de agentes especiosos, de morfina mental, capaces de elevar mi abatimiento, de equilibrar lo que cae, de reunir lo que está separado, de recomponer lo que está destruido. 
Mi pensamiento le saluda.




               Antonin Artaud

De Carta a los Poderes


27 de septiembre de 2017

Noche, Antonin Artaud

 Noche


" Los mostradores del cinc pasan por las cloacas,
la lluvia vuelve a ascender hasta la luna;
en la avenida una ventana
nos revela una mujer desnuda.

En los odres de las sábanas hinchadas
en los que respira la noche entera
el poeta siente que sus cabellos
crecen y se multiplican.

El rostro obtuso de los techos
contempla los cuerpos extendidos.
Entre el suelo y los pavimentos
la vida es una pitanza profunda.

Poeta, lo que te preocupa
nada tiene que ver con la luna;
la lluvia es fresca,
el vientre está bien.

Mira como se llenan los vasos
en los mostradores de la tierra
la vida está vacía,
la cabeza está lejos.

En alguna parte un poeta piensa.
No tenemos necesidad de la luna,
la cabeza es grande,
el mundo está atestado.

En cada aposento
el mundo tiembla,
la vida engendra algo
que asciende hacia los techos.

Un mazo de cartas flota en el aire
alrededor de los vasos;
humo de vinos, humo de vasos
y de las pipas de la tarde.

En el ángulo oblicuo de los techos
de todos los aposentos que tiemblan
se acumulan los humos marinos
de los sueños mal construidos.

Porque aquí se cuestiona la Vida
y el vientre del pensamiento;
las botellas chocan los cráneos
de la asamblea aérea.

El Verbo brota del sueno
como una flor o como un vaso
lleno de formas y de humos.

El vaso y el vientre chocan:
la vida es clara
en los cráneos vitrificados.

El areópago ardiente de los poetas
se congrega alrededor del tapete verde,
el vacío gira.

La vida pasa por el pensamiento
del poeta melenudo.

En la calle sólo una ventana,
las cartas batidas suenan.
En la ventana la mujer sexuada
somete su vientre a discusión. "

Antonin Artaud


26 de septiembre de 2017

Me cago en el espiritu, Antonin Artaud


Me cago en el espíritu


Después del romanticismo,
del simbolismo
del dadaísmo,
del surrealismo,
del letrísmo,
y del marxismo,
es decir de cien "escuelas" de subversión política, filosófica o literaria,
existe una palabra, una cosa que permaneció en pie,
un valor que no se ha movido, que a pesar de
todo conservó su antigua preeminencia,
se trata de la palabra y la cosa del espíritu,
el valor ligado al espíritu,
el valor de la cosa espíritu,
como si bastara enunciar,
hacer brotar en la esquina de una página la palabra magnética
espíritu para que todo estuviera dicho
Como si se hubiera convenido de hecho y como en principio y en esencia
que el espíritu es el termino innato,
el valor tipo,
la palabra cumbre
a partir de la cual el viejo automatismo atávico de la bestia
llamada hombre pudiera
dejar de vacilar.


Antonin Artaud


1 de febrero de 2016

Variaciones a propósito de un tema según Lewis Carroll, Antonin Artaud

VARIACIONES A PROPOSITO DE UN TEMA según Lewis Carroll

Esto no es una traducción sino una adaptación-variación del tema de un poema del que mi pensamiento no se ha alejado más para unirse en espíritu al autor y tal como se vio él mismo a sí mismo no en el interior de este poema sino en el interior de la poesía.
Lewis Carroll vio su yo como en un espejo pero en realidad no creyó en ese yo, quiso viajar por el espejo con el fin de destruir el espectro del yo fuera de sí mismo antes de destruirlo en su mismo cuerpo, pero al mismo tiempo era en él mismo donde expurgaba el Doble de ese yo.
Hay en este poema un estadio determinante de los estados por los que pasa la palabra materia antes de florecer en el pensamiento, y operaciones de alquimia si puede decirse salivar que todo poeta en el fondo de su garganta hace experimentar a la palabra, música, frase, variación del tempo interior, antes de regurgitarlas en materia para el lector.
Lo que lo demuestra es esa comparación extraña entre el Epicúreo sentado a la mesa ante una tajada exquisita de venado y que para aguzar su glotonería se reprime de saborearlo un bocado de cada seis, y el poeta que sueña un aire melódico supremo y que para aumentar su paladeo interno se lanza sobre los detalles.
A Ese poema en el que una frase musical tipo parece diluirse de repente en volutas de humo, es el poema de un insensato que un día entró en el ser y acabó por abandonarlo, y es el esfuerzo de todos los insensatos en ser, aferrarse a una realidad huidiza y condenada, y a la que sólo se aferran en función de su propia perversidad.
Paladeamos minuciosamente el pensamiento y el lenguaje pero en ese intervalo se nos escapa nuestra alma y ésta era esa misma realidad ante la que nos creíamos sentados. Y nuestro Yo celeste, el Ángel de pelo pelirrojo de Lewis Carroll luchaba en la tierra con su espectro traidoramente convertido en demonio.
Pues Lewis Carroll es en realidad un espíritu de cólera, de venganza y de furor. Una especie de amotinador nacido de la percepción y del lenguaje y si no podemos creerlo totalmente mientras lo leemos es porque nadie tuvo jamás la idea de mirar con él detrás del espejo interno por el que su espíritu nervioso y sufriente no puede impedirse pasar.
El Epicúreo al que Lewis Carroll acusa de ese pecado de perversidad consigo mismo es el mismo; y el motín al que apela toda su obra es un motín contra el yo y las condiciones ordinarias del yo, es decir la noción temporal de nuestro yo.
Fatigado y padeciendo de aquel pecado a su vez, pasó su vida ejecutando variaciones sobre este tema; pero leer la obra de un poeta es ante todo leer a través. Pues toda obra escrita es un espejo donde lo escrito se funde ante lo no-escrito. Y lo no--escrito de Lewis Carroll es una profunda, sabia y vertiginosa insatisfacción.
Las cosas, Lewis Carroll, no son efectivamente todo lo que son. Y podemos soñar sobre ese tema y ejecutar muchas variaciones, pero siempre nos vuelve la idea del yo perverso como una terrible regurgitación, ¿y cuando encontraremos por fin ese no-yo en el que nos vemos tal cuales, por fin, y puros, es decir Vírgenes, en el fondo del espejo interno?
El aire soñado por Lewis Carroll durante toda su vida es el de su yo melódico supremo, palabra casta del Serafín enterrado detrás de los fantasmas repelentes de las cosas y que un día volverá a nosotros, ¿pero Cuándo? y a través de esas músicas y ese aire, en un mundo que ya ni siquiera tiene el eje de un aire Eterno para decirse, ni de una música inmaterial y Sobrenatural para repetirse.  


NO ME GUSTA LA CARA GACELA
ni me gusta comer platos caros;
pues los precios altos benefician a los que se benefician de los
los pobres cervatos.
y no quiero transformarme en acaparador por hacer esto.

CUANDO VEO QUE VIENE HACIA MI CON UN OJO A LA FUNERALA
mi hijo a la salida de las clases `
tras haberse pegado contra quién y qué
y sin saber decir demasiado por qué,
tengo la impresión de verme a mi
en batalla ante mi espejo
contra mi propia desesperación.

PERO CUANDO VINO PARA CONOCERME MEJOR
me echó fuera, el irritable Señor;
y cuando me puse a teñirme el pelo
cuyo cambio nota SU GRACIA intratable
y de esta suerte admira.

Y QUE POR FIN ELLA ME AMA, ESTABA SEGURO DE QUE Mi TEZ
de azul desvaído o verde fangoso
dejaría una huella espesa
visible a medias sobre mis ojos
del pelirrojo poderoso que me distingue mejor.


* Pauvres hëres: pobres cervatos, o en sentido figurado, “pobres diablos” (N. del T.).



ANTONIN ARTAUD (según Lewis Carroll)

31 de enero de 2016

La place de L´etoile de Robert Desnos por Antonin Artaud

LA PLACE DE L´ETOILE  de Robert Desnos por Antonin Artaud

La Place de l”Etoile de la que se trata en la obra de Robert Desnos no es la que irradia al final de la Avenida de los Campos Elíseos en París, sino el lugar que una estrella todavía nunca salida del vacío del corazón tiene que buscar. Los fantasmas existen, no deja de repetir Robert Desnos a lo largo de este anti-poema que ha querido decir acerca del destino secreto de las
cosas visiblemente más que toda la Tragedia. Este texto que no se asemeja a ningún texto conocido, no está en efecto escrito. Pero está ahí, mucho más que gran cantidad de cosas escritas, quiero decir que hay golpes de cortafrío entre todas las palabras espectrales emitidas por los interlocutores, como de un hombre que ha querido permanecer al margen del ser y hacer saltar dentro su voluntad de elocución. ¿Pues de qué se trata en esta obra sino efectivamente de nada, quiero decir de ese insano azar, de esa imposible emulsión de ausencias donde siempre tiene lugar lo improbable y nunca la realidad? Una ebullición a propósito de nada. - Pero yo veo en ella mucho más que eso: la historia de un alma que jamás ha podido vivir y que finalmente ha sido separada de la existencia por el tifus en un campo de exterminio.
Robert Desnos, cuando escribió esta obra, se sabía ya amenazado de muerte cuyos fantasmas no dejaba de ver y, ala inversa de todos los hombres, él lo decía, sin temor a ser tomado por un alucinado. Pues esta vida no es más que un mundo de larvas y fetos emitidos por el mezquino inconsciente de todos los seres, y que no tienen otra preocupación ni otro fin que montar guardia día y noche alrededor de todas las conciencias sospechosas de no querer entregarse como ellas al principio de inhibición. Que consiste tan humorístico principio no en vestir a los otros con pensamientos que no se desean sino en robar a las buenas conciencias todos los pensamientos que ellas inhiben, con el fin de aprovecharse de estos en su lugar y para ellas hasta su descomposición, y devolverlas descompuestas e infectas y de hacerlo por inhibición a continuación hacer caer el peso de esta infección, en, sí mismo, conservándose salvos. Y así fue como Robert Desnos murió de tifus en un campo de exterminio donde la “guardia-chusma” nazi tenía tras si y a través de si' un ejército de hechizadores judíos o cristianos. Pues Robert Desnos el autor de este anti-poema “la Place de l”Etoile” era ante todo un poeta que jamás había podido aceptar la vida, una flor demasiado rara para este mundo y que desde su nacimiento sólo vivió ahogada y asfixiada... Y yo he visto en el cristal de la sala donde escribo este artículo sobre él el alma de Robert Desnos que me ayudaba a hacerme en mi espalda la tau acerada de la espada que conservará su memoria en mi cuerpo hasta el día del juicio.
El libro de Robert Desnos fue publicado en Rodez por Gaston Ferdière, alma perdida desde antes del desastre de la primera Atlántida y que desde hace tantos siglos se busca bajo un montón incontable de muertos. Pues para él el culto de la amistad no ha muerto.

ANTONIN ARTAUD

De Cartas desde Rodez, Editorial fundamentos (1980)

30 de enero de 2016

Texto surrealista, Antonin Artaud

Texto surrealista

El mundo físico todavía está allí. Es el parapeto del yo el que mira y sobre el cual ha quedado un pez color ocre rojizo, un pez hecho de aire seco, de una coagulación de agua que refluye. Pero algo sucedió de golpe.
Nació una arborescencia quebradiza, con reflejos de frentes, gastados, y algo como un ombligo perfecto, pero vago y que tenía color de sangre aguada y por delante era una granada que derramaba también sangre mezclada con agua, que derramaba sangre cuyas líneas colgaban; y en esas líneas, círculos de senos trazados en la sangre del cerebro.
Pero el aire era como un vacío aspirante en el cual ese busto de mujer venía en el temblor general, en las sacudidas de ese mundo vítreo, que giraba en añicos de frentes, y sacudía su vegetación de columnas, sus nidadas de huevos, sus nudos en espiras, sus montañas mentales, sus frontones estupefactos. Y, en los frontones de las columnas, soles habían quedado aprisionados al azar, soles sostenidos por chorros de aire como si fueran huevos, y mi frente separaba esas columnas, y el aire en copos y los espejos de soles y las espiras nacientes, hacia la línea preciosa de los seno, y el hueco del ombligo, y el vientre que faltaba.
Pero todas las columnas pierden sus huevos, y en la ruptura de la línea de las columnas nacen huevos en ovarios, huevos en sexos invertidos.
La montaña está muerta, el aire esta eternamente muerto. En esta ruptura decisiva de un mundo, todos los ruidos están aprisionados en el hielo; y el esfuerzo de mi frente se ha congelado.
Pero bajo el hielo un ruido espantoso atravesado por capullos de fuego rodea el silencio del vientre desnudo y privado de hielo, y ascienden soles dados vuelta y que se miran, lunas negras, fuegos terrestres, trombas de leche.
La fría agitación de las columnas divide en dos mi espíritu, y yo toco el sexo mío, el sexo de lo bajo de mi alma, que surge como un triángulo en llamas.

Antonin Artaud
Publicado en "La Révolution Surréaliste", N° 2 (1925)

Versión de Aldo Pellegrini

29 de enero de 2016

El Surrealismo y el fin de la era Cristiana, Antonin Artaud

EL SURREALISMO Y EL FIN DE LA ERA CRISTIANA

Hay una historia del surrealismo, y yo la conozco muy bien en efecto, pero no es lo que se piensa. Para todo el mundo el surrealismo no es más que un ismo más añadido a todos los ismos que se pudren en los libros; y que torpemente se hacen leer eh las clases de todos los organismos de hombres como hierbas buenos para florecer y morir con un ismo más para pudrirlos en su tumba. Clasicismo, romanticismo, simbolismo, futurismo, cubismo, cuál es la muerte que todavía recuerda vuestros muertos y qué habéis hecho con vuestros muertos: ¡libros! Todos aquellos que vivieron no están ya allí. Incluso en fuerzas fuisteis sino rizos, rizos aceptados del ser, como se riza una cabellera con tenacillas con el fin de marcarla, modas en
modas como modas de sombrerero o de costura, modas tono de música y modas como modalidades. El clasicismo, el romanticismo, el simbolismo fueron esos rizos encima y que en un momento creyeron captar el corazón pero no supieron amotinar la vida. El motín es un motín del yo dentro del alma y del alma en medio del yo. A espíritus muertos-nacidos se les hace la boca agua y el anarquismo y sueñan con una insurrección en la calle, cuando ni siquiera han sabido amotinarse en contra de la eterna estupidez del espíritu; quién ha sabido su yo hasta sacarle la sangre de una lágrima en pintura o poesía. Para encontrar un poema que me hiciese llorar esas lágrimas rituales de los padres en torno a un ataúd, sino lágrimas intestinales que se tienen para llorar a la Belle Heaulmière, me remonto hasta la Edad Media y ahí encuentro a François Villon. ¿Quién era usted François Villon? ¿Qué alma de sexualidad tenía usted, qué abismo de sangre y de esperma que revolvía su abdomen, le dictó ese poema de lágrimas, ese poema de un combate interno donde es el alma la que se llora en ella dentro del desastre de su cuerpo y se llora más lejos que el cuerpo, pero en el cuerpo, a borbotones en la actitud del alma muerta y que sondea su sexualidad? Pues el alma está en esa actitud sentada con su cabeza entre las rodillas y los brazos rodeando las piernas como para recoger las tibias y ponerse a andar en la muerte. Pues el alma es un sexo pero que se esconde en la columna de las tibias condensadas hasta su medida y no se mostrará desnuda más que a su elegido, y hasta entonces será repelente y acartonada como un cuerpo de vieja despreciado, que se transferirá al elegido y ante él se metamorfoseará. Este fue entonces el problema de fondo que planteó la Belle Heaulmière, y es el de la inquietud de todos nosotros.
¿Dónde está el alma en nuestro cuerpo y qué es el alma para nuestro cuerpo? Está en todas partes, no es nada y es todo, ya que es este cuerpo por dentro y por fuera. El dolor no escribe sino para quemar los libros con hierro candente y no habla sino para aniquilar el lenguajdel motín del yo en el alma y del alma en todo el cuerpo, he aquí en lo que basar una revolución capital que e, y manifestar estados del corazón, no como la sonrisa de un soplo, sino como el borborigmo básico donde se expectora un corazón que incendia. Hacer surrealismo no es traer lo surreal a lo real, donde llegará a enmohecerse y a dormir, a pilarse y depositarse, en los cristales empotrados de los libros, sino elevar materialmente lo real hasta ese punto en que el alma debe salir en el cuerpo y no dejar de amotinar al cuerpo.
Es lo que el mundo todavía no ha conocido y lo que el surrealismo no ha podido hacer. Pues el alma del hombre actual está prisionera de un cuerpo malo que le prohíbe toda poesía, y lo obliga a vivir bajo el 'yugo irremisible de las leyes, ya sean del ejército, de la policía, de la iglesia, de la justicia o de la administración. Y principalmente son las leyes de la iglesia.
Fue en 1918 cuando sentí en mí las primeras mordeduras de esas nostalgias del alma que nos atormentan para tomar cuerpo. Música, teatro, pintura, poesía, comprendía que eso no eran ya concreciones suficientes, concreciones destinadas a perecer un día a perder fuerza, y que el fuego que ardía dentro de mi necesitaba muy otras corporízaciones. Pero cómo conmover a lo real hasta llegar a esa encarnación mayor de un alma que en un cuerpo encarnado le impondrá la penosa carne sexual, la carne de alma de su verdadero cuerpo.
Sabía que había pasado el tiempo de los magos, de los ensalmadores, de los escamoteadores, de los médicos, de los charlatanes, de los faquires, de los embaucadores, de los malabaristas y los hechizadores. También el tiempo de los ilusionistas y los brujos, y que no se hacen las cosas de golpe, sacramentalmente y mediante subterfugio como en la misa, sino paso a paso y por  escalones como un albañil ante su pared o un campesino tras su arado. La materia cuando es buena es reacia y se niega a realizarse hasta que su ser está satisfecho, su ser cuerpo de su moralidad, digo moralidad interna en medio de las exigencias de todo.
Te adoro, le dice a su creador, pero ser, no lo soy, no yo no soy un ser, y si tú no me das plena satisfacción en medio de las exigencias del ser, ineluctablemente yo también antes de ser, en el ser te traicionaré. Y la materia tiene razón en desobedecer tanto a dios que le niega toda satisfacción para nacer y que lo pare con las angustias extrauterinas del esfínter (con el fin de reservarse para él y sus ángeles todas las insondables delicias totemizantes, tumuluarios del parto) como, digo, esta materia, desobedecer a los ángeles en un bienestar que le hace creer que él es la vida, cuando jamás ha hecho otra cosa que hacer reírse burlonamente de la vida con ilusiones y prestigios que descentran mediante inmundas titilaciones, que descentran igual que readaptan el alma al yugo de un ser, fuera del ser de su propia vida.
Este fue todo el tenebroso trabajo que el surrealismo cuando nació no quiso imponerle a la materia, para precipitarla prematuramente a las delicias de la calidad del ser; no entregarse la magia, seguir la vía uterina y anal de las cosas, la vía de la libido auténtica, sondear toda la libido tanto con el automatismo despierto, como con el autoelectrismo de los sueños, y no hacer estallar fuera el resultado de estos terribles sondeos ante de que la angustia interna del buscador, por hambre y por dolor enamorada, no le haya impuesto por fin ser ese ser que se sondeaba, y se deseaba así, no como su enamorada en él, sino como su más auténtica e insondable voluntad de vida, y que el alma no ha dejado de imantar en el fondo de la libido del sexo, y de llamar flor para la eternidad.
Es lo que yo buscaba hacia 1918 y un día me di cuenta de que otras almas como la mía buscaban la misma cosa que yo, salir del mundo como se entra en el mundo, pues en el mundo no somos.


ANTONIN ARTAUD

De Cartas desde Rodez, Editorial fundamentos (1980)

28 de enero de 2016

Noche, Antonin Artaud

Noche

Los mostradores del cinc pasan por las cloacas,
la lluvia vuelve a ascender hasta la luna;
en la avenida una ventana
nos revela una mujer desnuda.

En los odres de las sábanas hinchadas
en los que respira la noche entera
el poeta siente que sus cabellos
crecen y se multiplican.

El rostro obtuso de los techos
contempla los cuerpos extendidos.
Entre el suelo y los pavimentos
la vida es una pitanza profunda.

Poeta, lo que te preocupa
nada tiene que ver con la luna;
la lluvia es fresca,
el vientre está bien.

Mira como se llenan los vasos
en los mostradores de la tierra
la vida está vacía,
la cabeza está lejos.

En alguna parte un poeta piensa.
No tenemos necesidad de la luna,
la cabeza es grande,
el mundo está atestado.

En cada aposento
el mundo tiembla,
la vida engendra algo
que asciende hacia los techos.

Un mazo de cartas flota en el aire
alrededor de los vasos;
humo de vinos, humo de vasos
y de las pipas de la tarde.

En el ángulo oblicuo de los techos
de todos los aposentos que tiemblan
se acumulan los humos marinos
de los sueños mal construidos.

Porque aquí se cuestiona la Vida
y el vientre del pensamiento;
las botellas chocan los cráneos
de la asamblea aérea.

El Verbo brota del sueño
como una flor o como un vaso
lleno de formas y de humos.

El vaso y el vientre chocan:
la vida es clara
en los cráneos vitrificados.

El areópago ardiente de los poetas
se congrega alrededor del tapete verde,
el vacío gira.

La vida pasa por el pensamiento
del poeta melenudo.

De "Oeuvres Completes" (Tome I)

Versión de Aldo Pellegrini

27 de enero de 2016

Antígona entre los Franceses, Antonín Artaud

ANTIGONA ENTRE LOS FRANCESES

a Gaston Ferdíére

El nombre de la Antígona real que se encaminó al suplicio en Grecia 400 años antes de Jesucristo es un nombre de alma que ya no lo pronuncio dentro de mí más que como un remordimiento y como un canto.
¿Me he encaminado yo suficientemente hacia el suplicio para tener el derecho de enterrar a mi hermano el yo que Dios me había dado y del que jamás he podido hacer lo que quería porque me lo impedían todos los yo distintos a yo-mismo, insinuados en el mío propio como no sé qué insólito parásito desde mi nacimiento?
Quién me volverá a dar a mí también mi Antígona para ayudarme en este último combate. El nombre de Antígona es un secreto y un misterio, y para llegar a tener piedad de su hermano hasta el punto de correr el riesgo de la muerte y encaminarse hacia el suplicio por él, ha sido preciso que Antígona mantuviese en ella un combate que nadie ha dicho jamás. Los nombres no proceden de la casualidad ni de nada y todo nombre hermoso es una victoria que ha conseguido nuestra alma contra ella en el absoluto inmediato y sensible del tiempo.
Para que ese nombre indescriptible de victoria vuelva a mí en la encarnación personal y formal de una mujer y de una hermana es preciso que la haya merecido como ella y que ella lo haya merecido como yo.
No se es hermano y hermana sin haber mantenido ese supremo combate interno de donde el yo personal ha salido como una victoria cercana y familiar sobre las fuerzas de no sé qué abominable infinito.
El hermano de Antígona murió en la guerra luchando contra sus enemigos y mereció que Antígona lo acercase al momento de enterrarlo pero a su vez ella no pudo merecer enterrarlo
sin un combate parecido al de su hermano, no en el plano de la vida real sino en el del eterno infinito.
Ahora bien el infinito no es más que ese más allá que siempre quiere sobrepasar nuestra alma y nos hace creer que está en una parte distinta a nuestra alma, mientras que es el inconsciente de nuestra alma el que es ese más allá de infinito. '
Antígona es el nombre de esa terrible victoria que el yo heroico del ser ganó sobre las fuerzas obtusas y huidizas de todo lo que en nosotros no es ni ser ni yo, pero que se obstina en querer hacerse tomar por el ser de nuestro yo.
Nadie ha podido jamás ser Antígona sin primero haber sabido disociar en su alma la fuerza que la empujaba a existir, y haber sabido encontrar la fuerza contraria de reconocerse como diferente del ser que ella vivía y que la vivía.
El ser que yo vivo no me cogerá, y yo no cogeré a ese ser para morir y para irme, sino para lograr liberarme de él y no hundirme en la última ilusión que consiste en creer que no soy mas que el cuerpo en que me había enterrado la vida, necesito esa mano de piedad que la fuerza Antígona del ser supo separar de su ser contra el ser en el que ella se veía.
Pues nadie ha podido llorar sobre un muerto si no lloró antes sobre si' mismo, y si no supo enterrar su si mismo como lo otro de su yo: la muerte.
Esta fuerza de piedad es francesa. Es una fuerza de honradez interna que nos empuja a conservarnos francos con nosotros mismos, y no mentirnos jamás a nosotros mismos, en el tormento del inconsciente y de los cuerpos.
A todas horas llegan hasta nosotros muchos cuerpos extranjeros que quieren ocupar el lugar intocado de nuestra alma, y el francés es ese yo eterno que jamás ha abandonado su alma, y como San Luis ha preferido morir de peste que ceder a sus enemigos.
Y nosotros no tenemos peor enemigo en el mundo que nuestro cuerpo en el momento de la muerte. Nadie ha podido ser francés y nacer en Francia si no ha sabido un día disociarse de ese cuerpo que nos constriñe como un enemigo extranjero, y contra el que ha ganado su naturaleza, y todo lo que es francés en Francia es la consecuencia de ese combate; pero quién lo sabe todavía hoy.
La tierra de Francia fue teatro de un extraño y misterioso combate que tuvo lugar en realidad y que tiene su fecha en la historia pero la historia no habla de él. ¿Y por qué?
Miles de hombres han muerto en Francia en grupo y por sus ideas y la historia jamás ha hablado de ellos.
Antaño se hicieron quemar héroes como soldados que se encaminan al fuego, y lo hicieron para perder su cuerpo y con el fin de encontrar otro que la Antígona de la piedad eterna pueda acercar para enterrarlo, y darle algo con qué resucitar.
Y esto pasó en una época cercana a Juana de Arco y su suplicio, pues el suplicio de Juana de Arco es todo lo que la historia escrita ha sabido conservar y relatar de esa voluntad de combustión corporal por la que el yo francés del hombre se libera del enemigo extranjero.
Murieron para remontar su cuerpo francés, ¿pero dónde están y dónde esperan ahora a que vuelva su hermana Antígona que los hará volver del fuego a un cuerpo, y dará una tierra a ese cuerpo reconquistado a través del fuego para que su alma pueda habitarlo siempre?
Están en Francia, y es en cuerpos de franceses vivos donde han esperado hasta hoy a que la Antígona delo Eterno volviese la cual les permitirá revivir su muerte. Esto con el fin de recuperar la vida. No sin una razón extraordinaria ha sido Francia llamada la tierra de los héroes, y porque ha sido la tierra de aquellos que prefirieron ir al fuego y bajo tierra a consentir a ese cuerpo extraño que vive sobre nuestra alma como un extranjero. De esa tierra de donde cayeron, descenderá la Antígona de la eterna luz para volverlos a levantar.

ANTONIN ARTAUD

De Cartas desde Rodez, Editorial fundamentos (1980)

Etiquetas

Videos (227) Osvaldo Guevara (111) Jose Luis Colombini (106) Café Literario Traslasierra (90) Rafael Horacio López (86) Aldo Luis Novelli (75) Antonio Esteban Agüero (65) Claudio Suarez (65) Alejandro Nicotra (64) Roberto Jorge Santoro (64) Juan L. Ortiz (59) Baldomero Fernández Moreno (50) Oscar Guiñazú Alvarez (50) Gianni Siccardi (49) Vicente Huidobro (49) Olga Orozco (48) Aldo Pellegrini (47) Elvio Romero (47) Enrique Lihn (47) Jorge Teillier (46) Gloria Fuertes (45) Felipe Angellotti (44) Circe Maia (41) Hermann Hesse (41) Fernando Pessoa (36) Rodolfo Alonso (35) Vicente Aleixandre (35) Horacio Castillo (34) Gonzalo Rojas (33) Alejandra Pizarnik (32) Miguel Ortiz (32) César Vallejo (29) Edgar Bayley (29) Raúl Gustavo Aguirre (29) Rodolfo Godino (29) Alberto Luis Ponzo (28) Anton Chejov (28) Daniel Conn (28) Marco Denevi (27) Octavio Paz (27) Gabriela Bayarri (26) Jorge Ariel Madrazo (26) Théophile Gautier (26) Alberto Girri (25) Carlos Garro Aguilar (25) Jacques Sternberg (25) Jaime Saenz (25) Leónidas Lamborghini (25) Orfila Bardesio (24) Leopoldo Marechal (23) H. P. Lovecraft (22) Poetas Chinos (22) William Carlos Williams (22) Carlos Castaneda (21) Grupo Literario Tardes de la Biblioteca Sarmiento (21) Horacio Preler (21) Leandro Calle (21) Leopoldo "Teuco" Castilla (21) O. Henry (21) Sandro Penna (21) Sandro Tedeschi (21) Witold Gombrowicz (21) Julio Bepré (20) Mario Torres (20) Nicanor Parra (20) Cesar Moro (19) Francisco Madariaga (19) María Meleck Vivanco (19) Vicente Luy (19) Omar Yubiaceca (Jorge Omar Altamirano) (17) Jorge Luis Carranza (16) Teresa Gómez Atala (16) Ariel Canzani (15) Manuel Mujica Laínez (15) Marcelo Dughetti (15) Ana Cristina Cesar (14) Carlos Drummond de Andrade (14) Isidoro Blaisten (14) Karen Alkalay-Gut (14) Manuel López Ares (14) Mircea Eliade (14) Nestor Perlongher (14) Raymond Carver (14) Richard Aldington (14) Spencer Holst (14) Alaide Foppa (13) Anne Waldman (13) Antonin Artaud (13) Charles Baudelaire (13) José B. Adolph (13) Lawrence Ferlinghetti (13) Marcel Schwob (13) Miguel Angel Bustos (13) Ricardo Rubio (13) Sam Shepard (13) Teresa Wilms Montt (13) Cecilia Meireles (12) Ernesto Cardenal (12) Jose Emilio Pacheco (12) Rainer María Rilke (12) Laura López Morales (11) Música (11) Rodolfo Edwards (10) Carlos Bousoño (9) Victor Saturni (9) Adrian Salagre (8) Eugenio Mandrini (8) Federico Garcia Lorca (8) Horacio Goslino (8) Inés Arredondo (8) José María Castellano (8) Juan Jacobo Bajarlia (8) Julio Requena (8) Roque Dalton (8) Allen Ginsberg (7) Andres Utello (7) Antonio Porchia (7) Basho (7) Carlos Oquendo de Amat (7) Charles Simic (7) Conde de Lautréamont (7) Francisco Rodríguez Criado (7) Gaspar Pio del Corro (7) Gerardo Coria (7) Gianni Rodari (7) Hans Magnus Enzensberger (7) Leonard Cohen (7) Li Bai (7) Li Po (7) Litai Po (7) Lope de Vega (7) Norah Lange (7) Oliverio Girondo (7) Pedro Serazzi Ahumada (7) Robert Frost (7) Eduardo Galeano (6) Gregory Corso (6) John Forbes (6) Revista El Gato del Espejo (6) Torquato Tasso (6) Victoria Colombini Lauricella (6) William Shand (6) Círculo de Narradores de Traslasierra “ Paso del Leon” (5) Hugo Mujica (5) Jorge Luis Borges (4) Leopoldo Lugones (4) Eduardo "Lalo" Argüello (3) Encuentro Internacional de Poetas "Oscar Guiñazù Alvarez (3) Roberto Bolaño (3) Tomas Barna (3) Pablo Anadón (2) Pablo Neruda (2) Ricardo Di Mario (2) Rubén Darío (2) Susana Miranda (2) Walter Ruleman Perez (2) Antonio Machado (1) Beatriz Tombeur (1) Eduardo Fracchia (1) Enrique Banchs (1) Enrique Molina (1) Ernesto Sábato (1) Jose Caribaux (1) Juan Gelman (1) Julio Cortázar (1) Mario Pacho O Donnell (1) Ricardo Piglia (1) Victoria Ocampo (1)